El perro daba vueltas por la casa, claramente inquieto. Habitualmente hubiera bastado un pedazo de pan, una galleta, para que se quede mascando en el rincón sin joder demasiado. Sus idas y venidas acabaron por inquietarme a mí. Del casi dormida pasé al despierta del todo. Con los oídos atentos a la oscuridad.
El perro respiraba, resoplante. Belfos caídos, eso le pasa a estos animales de raza, animales finos modificados para sufrir por ser considerados bonitos. Bonitos, bah.
El perro daba vueltas por la casa, sacudía su collar metálico y se relamía en la oscuridad. Lo escuchaba. Pero no podía ver nada. Ahí fue cuando noté que tampoco podía moverme. O gritar.
Genial, una parálisis de sueño, pensé. Adoro ser tan razonable. Excepto que en la oscuridad algo se movía y el perro se relamía mirándolo fijo con sus ojos brillosos y el hilo de baba que también brillaba.
Traté de enfocar mejor la vista en el momento en que comencé a percibir el olor . No era un hedor del todo desagradable, pero había algo de tierra húmeda, musgo y pantano, sumamente perturbador. Lo que sea que fuera, se movía sutilmente, casi como si flotara por el cuarto. El perro se relamía. Mirándome a mí.
EvaLilith
2012
EvaLilith
2012
Santo cielo... Tu perro practica el vudú.
ResponderEliminar