domingo, 27 de junio de 2010

¿Cuál es la naturaleza del deseo?

Hoy estaba preguntándome eso. El deseo...¿tiene que ver con una carencia? ¿se alimenta de las cualidades de un otro o sólo depende de una misma? ¿puede ser creado o simplemente se "despierta"?
Voy a seguir preguntándome estas cosas un buen rato, quizás precisamente porque para llegar a mis deseos tengo que pasar por entre medio de una maraña de deberes. Cuando crecemos, nos acostumbramos (algunos más, algunos menos) a postergar la realización de nuestros deseos para obtener algo que deseamos aún más profundamente. Ahora bien, he visto mucha gente que incluso llega a desear pero sin desear realmente la realización, quizás con temor a quedarse con nada por desear.
En "La historia interminable" de Michel Ende, se muestra en forma de novela infantil, cómo algunos deseos te pierden y otros te ayudan a encontrarte a tí mismo. Yo quiero llegar a esa fuente de mis deseos, reconocerlos de a poco, saborearlos e irlos trayendo al plano de lo real, de lo abrazable, de lo tangible.

Algunas veces, nos ocultamos nuestros deseos y se nos aparecen en forma onírica. Ah, de qué formas deliciosas me ha traicionado el inconsciente de vez en cuándo!

Para ustedes... ¿cuál es la naturaleza del deseo?

miércoles, 23 de junio de 2010

Words don´t come easy

Hay veces en que hablar es realmente un problema para mí. Especialmente, cuando tengo que decir ciertas cosas, como por ejemplo, qué siento respecto a alguien. Digo, decírselo a ESE alguien es lo complicado.
No necesariamente sea algo romántico. Muchas veces simplemente una palabra de apoyo, muchas veces sentir que el otro necesitaba un mimo sonoro, o un sonoro beso o un sonoro abrazo (emm mejor eso sonoro no, significa que estoy apretando mucho).
Especialmente, porque estas demostraciones son mucho más claras y menos costosas a nivel personal. He hecho algunas cosas realmente estúpidas por no decir un "me gustás", un "te quiero" o un "te banco a muerte".
Por ejemplo, muchas (pero muchas) veces me preguntaron por qué cuando me anoté en el Polivalente me metí en bellas artes y no en música. Todo el mundo suponía que lo natural en mí hubiera sido anotarme en música, ya que algo había hecho de chica, me gustaba, me la pasaba cantando, etc. La cuestión es sencilla: resulta que el chico que me gustaba en la primaria dibujaba muy bien. Y estaba casi seguro que se iba a anotar en el Poli. Yo no tenía forma de preguntarle directamente, cuando fue la inscripción, si nos íbamos a ver ahí o no. Así que me mandé de una a BBAA, a ver si podía estar más tiempo con él. Pero, tal como todos los bailes que me quedé esperando que apareciera... me quedé pagando... Bueno, por ese chico también me convertí en experta en trekking en el viaje de egresados a Córdoba, pero ese es ya otro asunto.
Y eso sólo como ejemplo... cosas así, he hecho muchas. Y lamentablemente, sigo haciéndolas, porque aún hoy me cuesta horrores...

sábado, 19 de junio de 2010

Insomnios: Paranoia

Murmullos antiguos me traspasan.
El ruido del mundo vibra y tiembla desde mi centro hasta mi piel, me llena de voces lejanas, imposibles.
Sus palabras perdieron en algún lugar desierto el signficado, les falta algo, que el tiempo les robó, para ser entendidas.
De repente, todo el ruido se concentra, se vuelve silencio, se densifica, se materializa. En ese instante lo sé: me hablan a mí.
Pero no puedo, no logro entenderlo. Me invade una angustia terrible que se instala allí, donde el ruído solía acunarme. No vuelve a suceder, el milagro no se repite, y yo sólo espero.
El miedo, fuerte, rabioso, solitario. Y la seguridad, la absoluta certeza de haberme perdido eso, de no haber oído aquéllo que debía ser tan importante.
Agudizo mis sentidos, me concentro. El aire me pesa en el rostro, me arde en los ojos, que miran la nada. Me seca por dentro y se lleva algo mío con cada respiración.
Puedo oir los árboles de la calle, y el sonido del metal que el viento golpea, allá, por la puerta del jardín. Escucho cada insignificancia, al punto de enloquecer y no saber si los pasos los he soñado o si realmente alguien entró de la calle y está al lado mío, sonriendo de una forma encantadora, mientras me clava una y mil veces su cuchillo oxidado.

Eva Lilith

viernes, 18 de junio de 2010

Insomnios: En estéreo

Hola Gente!
Encontré un cuaderno con algunas cosas viejas que nunca vieron la luz. Creo que voy a desempolvar algún que otro escrito. Este sería el primero...

Ella: Casi me quedo dormida, ojalá suene el teléfono o algo, que me obligue a
Él: Toda la noche dando vueltas. Me fuí con el auto, pero no es lo mismo
levantarme de aquí. Pero no, me quedo en la cama y todo da vueltas alrededor
Buenos aires que el Sur, y no me tranquilizó el paisaje. Volví al hotel y volví a ella.
de una misma cosa. La fiesta, el lujo, y vos ahí sonriente como si nada.
Qué increíble encontrármela después de diez años. Qué hermosa que es,
Me mirabas. Diez años cambian mucho a la gente, más si son de los quince a
aún más de lo que era. Esa sonrisa, esa cara, esa cintura, esas cadeas... AY
los veinticinco. Ni vos ni yo creíamos en lo que el otro se había convertido
pensar que casi fue mía. Pensar que la tuve ayer, en mis brazos, y
Nos acercamos, nos abrazamos. Temblábamos. Te diste cuenta y con la diplomacia
temblaba, qué bienvenida... Le invité un trago para no intimidarla.
que siempre te caracterizó me saludaste e invistaste a tomar algo. Aún
Nunca le gustó sentirse acorralada o en evidencia. Empezamos a charlar del pasado
trémula, siempre lo mismo con vos, el musmo efecto, toda la emoción. Acepté.
de lo que la vida nos trajo, los estudios, el trabajo, mi familia, la
Las preguntas inevitables de la distancia, si habías estudiado lo que querías
tuya. Y del pasado, al futuro, a los proyectos, a sus libros y mi
entonces, si trabajabas, cómo anda la familia?, y demases. Pero vos me
música. De ahí a la metafísica, hay un solo paso, y terminé preguntándote si
preguntaste si era felíz y si me había casado. Tuve que contestarte que sí. Y de
eras feliz, y aún no sé por qué, si te habías casado. Dijiste que sí. Y
repente me dolió en el alma tener un marido tan dulce, amable e irreprochable
en el alma me dolió tanto el brillo de tus ojos, ese que apareció mientras hablablas
porque sí, soy feliz. O lo era...
del hombre que hoy tiene el lujo de tu cama.


Eva Lilith
2000

miércoles, 16 de junio de 2010

Je suis malade por Lara Fabián




Arrastradísimo... y sí.
La traducción no está del todo pulida, pero sirve para dar una idea más exacta del contenido de la canción. Aunque creo que con sólo escuchar y ver, es suficiente.

Hay veces en que nos encerramos en nuestras emociones, que dejamos que nos aten, que dejamos que la pasión nos arrastre. Arcano XV, el diablo, diría mi mazo de cartas. Lo más peligroso es pensar que quedamos a merced de un otro, que el otro es el que debe decidir si seremos eternamente felices o eternamente desdichados. Y lo creemos firmemente, volviéndolo realidad por la repetición de la conducta enfermiza. Pero siempre, siempre, siempre hay una o varias salidas. La primera, la más sencilla, pasa por algo muy simple: decir "NO MÁS"

No digo que sea fácil, especialmente cuando la pasión y el sexo están metidos en el medio. Entregar el propio placer, dejar que un otro sea artífice del mismo... y luego encontrarse conque en realidad no tenemos control puede ser intoxicante. Adictivo. Nos conecta con nuestros miedos más profundos, nos hace ver al mismo tiempo la luz y la oscuridad. Nos vamos enredando en eso, sin darnos cuenta (sin querer ver) que una puede decir, hacer, sentir y respirar "NO MÁS"... y el lazo se vuelve humo, simplemente humo.

Ahora bien, no siempre se quiere. Al menos en algunos casos, atarse a una pasión no correspondida nos puede hacer sentir importantes y especiales, por vivir nuestra propia telenovela. En esos casos, el dolor autoinflingido nos protege de la sensación (o la certeza) de la mediocridad de nuestras vidas.

viernes, 11 de junio de 2010

La comunicación es un proceso complejo (parte 1)

Hace unos cuantos años, mi madre solía salir para ir a un curso por las tardes/noches. Siempre nos dejaba una larga lista con instrucciones a seguir: qué preparar para la cena, qué comprar, qué limpiar, qué hacer con la ropa, etc., etc., etc. Cuando mi padre llegaba del trabajo, nos preguntaba por las instrucciones que madre había dejado y nos abocábamos a la tarea de cumplirlas (aunque nunca lo hacíamos del todo bien, obviamente).
Una tarde, madre salió más apurada que lo habitual, y en vez de dejarnos una larga lista de cosas simplemente nos dijo "Chicos, pórtense bien y HÁGANLE CASO A PAPÁ".
Cuando padre llegó, fuimos a decirle "Papá, mamá dejó instrucciones"... como siempre. Mi padre nos interrumpió y sin más dijo "Chicos... SU MADRE NO SABE LO QUE DICE".
En ese momento nos miramos con mi hno... y entendimos todo.

El sentido de la anécdota (real, por si les interesa) es marcar lo que puede sucedernos cuando rutinizamos la comunicación. Reconozcamos que somos animales de costumbre y que es usual que a las mismas horas digamos cosas similares (como "qué quieren comer hoy" o "qué bueno que ya es hora de salir del trabajo"). Esto no tiene nada de malo de por sí, pero puede llevarnos a que en vez de comunicarnos con el otro, simplemente digamos cosas por inercia.
Por ejemplo, un saludo habitual aquí es "cómo va todo?". La respuesta habitual suele ser "todo bien, vos?". Ahora bien, es igualmente habitual que al que pregunte no le importe para nada lo que al otro le suceda... y el que responda lo dé por sentado y evite cualquier tipo de respuesta comprometida y/o sincera. Y acá ya aparece un problema, porque estamos suponiendo algo de esa comunicación, de antemano.
Si a eso se le suma la ausencia de comunicación no verbal que presentan los medios como los mensajes de texto y el msn, bingo! nos volvemos autistas!

Los invito a contarme anécdotas o teorías sobre este tema... los invito a preguntarse cuántas veces rutinizamos la comunicación, y a preguntarse qué consecuencias les ha traído.

Saludos!

sábado, 5 de junio de 2010

Algunas noches, como ésta, me duele el pasado. Me duele físicamente, me duelen todas las chances perdidas, me duelen todos los errores, me duelen todas las yo que he sido. Me pongo a pensar en las ilusiones que terminaron rotas, en los amores que corté antes que nacieran. Vuelven a mí las historias de quienes me acompañaron. Ellos no saben que yo puedo odiarlos, o que pueden serme indiferentes hoy, pero que en mí está la memoria. La muerte puede llevarse sus pasos, pero sus historias quedarán conmigo, para ser narradas, para perderse en los vericuetos de las anécdotas casi inverosímiles.
En noches como ésta, me acuerdo de los sueños de departamentos con amigas, de pinceles, bellas imágenes, bellos ideales. Recuerdo mis miedos de adolescente, el mundo que se abría delante mío, recuerdo el sabor y la soledad.
En noches como ésta, me acuerdo del calor y la murga lejana, del colchón en la terraza del hotel. Caminatas interminables, toda mi ilusión puesta en ese hombre sombrío de ojos agudos. Adoraba su talento, quería verlo triunfar, quería verlo feliz. Esas noches vienen mezcladas con los descubrimientos del sexo, con la vida gestándose dentro, con el temor del futuro y la época de crisis del país que parecía un mero reflejo de lo que me sucedía.
En noches como ésta, me acuerdo de los largos juegos incompletos con el encantador pintor y su perra metiche. Las charlas regadas con vino, sus besos con gusto a tabaco, el gigante herido. ¿Por qué será que me cruzo con ellos cuando sus sueños están destrozados y deben resurgir de las cenizas?
Recuerdo, claramente, quedarme en la computadora, chateando largamente y escuchando las historias del brujito, su dolor, sus miedos. Deseándolo, consiguiéndolo, odiándolo por haberme rechazado, sintiendo su ausencia, extrañándolo. Sus gestos los tengo en mi retina…
Tampoco puedo olvidarme del luthier, con quien nos colábamos de madrugada en la casa de su madre. Mierda que estuvo cargado de promesas eso, pero mi miedo, o el suyo, lo cortaron de raíz. Parecía tan mío, con los tatuajes, con la música desparramada de cualquier forma, con los libros, con su historia de abandono, de lucha, de superación.
Llego al pasado reciente, y me inundan los sonidos fuertes del metal y la fuego, con las manos perfectas del morocho. Una vez más, parezco llegar en el momento en que todo se desmorona para ellos… ¿acaso la bruja morena lanza sus maldiciones sin quererlo? Él era mi refugio, el lugar donde quedarme acobijada, tibia. Pero también fue mi martirio, el dolor de la incomprensión, la vivencia del amor y el rechazo a la vez.
Y ahora, en noches como éstas, no sólo tengo los ojos muy lejos y una gata medio loca… sino que todos los fantasmas me acompañan, helándome un poco más. Mi niño descansa en su cama, y yo mientras me pregunto qué hacer con el amor que se queda huérfano. Qué hacer con las ilusiones que desaparecen, con el tiempo que se me escapa, con el talento que nunca pude hacer crecer, con la carrera durmiendo en un estante, con los amigos tan lejos, con la vida tan mediocre, tan gris, tan mía...