martes, 30 de agosto de 2011

Hola... ¿enfermera?

- Las minas se quedan, al final de cuentas, con el que las coge bien -me dijo, mientras se prendía un cigarrillo y me alcanzaba un mate amargo. Ahí entendí que lo que le dolía no era la pérdida de su compañera, la desintegración de sus sueños comunes, sino que hubiera un tipo que fuera mejor que él en la cama.
- Encima es medio puto, hace cosas raras, le gusta que ella lo penetre... dónde me deja eso a mí?

Intenté mantener una cara neutra. Le devolví el mate.
- ¿Cómo te enteraste de eso?
- Me lo dijo ella, pero ya me habían comentado cosas otras personas que lo conocen. Vos viste cómo es esto, en el ambiente se sabe todo y yo lo conozco. A la semana. A la semana me reemplazó con ese afeminado. No sé, no lo entiendo. O sea, es medio puto!

La cara neutra se me fue un poco bastante al carajo.
- Mirá, el punto G de los hombres está por esos lados. La sexualidad es muy amplia, podés aprovechar para explorar de qué se trata. No por ella, por vos.
- ¿Qué? No, salí de acá con esas ideas raras. A mí no me tocan por esos lados. Yo soy bien macho.

Mi cara ya era, directamente, fastidio. Tanto hablar de su ex y la pareja... pensé en proponerle un encuentro swinger, pero me pareció una forma demasiado agresiva de expresar que ya había tenido suficiente de hurgar en asuntos que no me tocaban en lo más mínimo.

Empezaba a enojarme, y bastante. ¿Cómo podía ser que el tipo no aprovechara la tarde que tenía para pasar con él? Estaba bien en un principio, cuando la separación estaba todavía muy sangrante. Pero habiendo pasado ya tantos meses, no le veía necesidad a ese desperdicio de tiempo, de besos, de piel.

En cambio, me vestí, con una ropa que me daba un aire equívoco a enfermera. No suelo usar prendas blancas. Aferrada a un apuro inexistente, le pedí que bajara a abrirme. Está bien jugar a la enfermera un rato, pero ¿terapia gratis?, no, de ninguna forma, no quería ponerme en ese rol.
Volví tranquila a casa, cantando canciones de Sabina por la calle. Muy insatisfecha, pero con ese alivio de los asuntos terminados.

En el camino, me resonaba la frase. Las minas... ¿realmente nos quedamos con el que nos coge bien? ¿O sería más exacto decir que nos quedamos con el que nos da placer, en todos sus aspectos?
Revisé mi historia personal. Está bien, yo admito que para mí, el buen sexo es fundamental. Entenderme con el otro en esa comunicación no verbal, es precioso. Y poder hablar libremente, experimentar, y demases... todavía más. Estaba, dentro de los casos que yo podía manejar, el terrible problema que yo no me quedo con nadie. Es decir, ni siquiera en las escasas relaciones de más de 6 meses que tuve (creo que fueron 2) elegí quedarme. Siempre estoy moviéndome, figurita repetida no completa el álbum.
Bueno, hay alguna excepción. Ahora, en un permanente combate, estoy eligiendo quedarme. Pero no sé si cuenta mucho el caso, porque elegí quedarme ANTES de haber tenido sexo. Así no sirve para la estadística. 

Llegando a casa, hablé con un par de amigas. Y los resultados fueron muy contradictorios. En relaciones ponzoñosas, el sexo entendido como "bueno" era un ingrediente fundamental. Pero luego de un proceso interno, y de un par de amantes buenos en serio, las que habían pasado por eso se daban cuenta que en realidad, no era tan bueno el sexo enfermizo. Porque el respeto por el otro y sus particularidades es un ingrediente fundamental (en algunos casos más difícil de ver) para el buen sexo, para el sexo libre, festivo, loco, liberador, comunicativo, etc. 

Pasé casi dos años pensando que había encontrado al mejor amante posible. Unos cuantos muchachos después, encontré una clave que antes me había pasado desapercibida: cuanto menos prejuicios de género hay, menos ideas preconcebidas sobre roles, sobre lo que es una "buena chica" se tienen, mejor. No importa la técnica, el aguante, la experiencia: si el trasfondo implica algún tipo de prejuicio negativo sobre el tema, se nota. Hasta diría que ni siquiera un lazo afectivo puede cubrir estas grietas. 
Obviamente que no descubrí Roma. 
Obviamente que tengo que admitir que no podría quedarme con alguien que no me diera (y a quien no diera) el más delicioso de los placeres. 

Pero entendiendo la trampa triste en que ese amante se había metido por su forma de pensar, por qué y cómo le dolía, pude evadir la trampa del rencor (que es una en la que caigo seguido), y, especialmente, de la trampa triste de pensar que puedo ser yo la que llegue a la vida de nadie a romperle los prejuicios. 
Ya estuve ahí, y no se lo recomiendo a nadie... pocas cosas son más duras de quebrar sin terminar una quebrada.


EvaLilith
2011

1 comentario:

  1. Todos,las minas,los hombres,todos nos quedamos con el que nos da la mejor cama.Pero tampoco es tan simple como eso.Porque lo que sentimos por alguien va más allá de eso,la cama es sólo el lugar donde desemboca todo.Por qué nos calienta más un hombre que otro? Por qué exitamos más a un hombre que otra,por qué otra lo exita más que nosotras?No se sabe,no tiene que ver con los gustos,ni con la experiencia,ni con nada que se pueda explicar racionalmente.Es así y punto,así de desesperante e imposible de cambiar.

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