martes, 23 de abril de 2013

Mi cine privado.

Soñé que me encontraba con el Duende en un restaurante de esos absurdamente high class. El mozo era solícito y rápido, pero increíblemente malhumorado. No quería estar trabajando esa noche, incluso nos comentó que pensaba renunciar. 

Se largó una tormenta terrible y empezó a llover dentro, entre las arañas gigantescas de caireles, arruinando el parquet. Yo sabía que me estaban buscando (creo que eran mis viejos, pero después me entró la duda), y le pedimos al mozo si nos podía ayudar a escabullirnos por el patio. El patio parecía esas galerías cubiertas de las casas chorizo. 

A pesar de nuestros intentos por salir (creo que la idea era trepar a una terraza contigua), llegaron dos policías con un médico, que intentaron convencerme de no escapar. Ahí recordé que había un plan armado para relocalizarme, y con la ayuda de Tati (que apareció vaya a saber de dónde), pude salir del restaurant. 

Fui a buscarlo al Mago, y en una churrería (recuerdo que le pedí al churrero un par de cubiertos con chocolate y le pregunté si tenían rellenos con pastelera), volví a encontrarme con Tati que me dio dos pasajes de tren.

El tren estaba llegando a la estación, lo escuchamos desde la churrería, así que atravesamos la plaza corriendo con el nene. Llegamos justo: los asientos eran cómodos, mullidos, y estaba bastante limpio, aunque tremendamente viejo (un aire a los trenes a Córdoba, tenía).

Cuando nos bajamos, en la plaza de un pueblo turístico, estaba el Duende, con su tapado largo hasta el piso (pese al calor) y con un enorrrrrrrrrrrme copo de nieve de azúcar. Se reía mucho, achinando los ojos de color indefinidísimo.



EvaLilith
2013

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