martes, 23 de abril de 2013

No me caracterizo por una amplia tolerancia. Es algo que trabajo conmigo misma. Pero últimamente hay dos cosas que me vienen rompiendo particularmente los ovarios, y están relacionadas. 

Por un lado, están las tipificaciones baratas, sin sustento científico o casuístico serio alguno, que contribuyen a los estereotipos y nos alejan de lo que realmente importa a la hora de vincularnos: los individuos, con sus historias, motivos y cuestiones particularísimas (algunas tipificaciones científicas también tienen sesgos cuestionables). Es decir, ser gay no te hace decorador de interiores y mucho menos fana de los zapatos femeninos (déjense de joder con esa berreteada sexandthecity). Ser bisexual no hace que te quieras coger a todo el mundo. Ser feminista no hace que le eches la culpa a los hombres de tus miserias personales.
Por otro lado, está la otra cara de la moneda: personas que se aferran a etiquetas o grupos, como una forma de evitar enfrentarse con sus particularidades jodidas (y cambiarlas o asumirlas). Si no podés vincularte con nadie a menos que controles absolutamente todo lo que la otra persona hace, no es que seas BDSM, es que sos una persona insegura y abusiva. Si le sos infiel a todas tus parejas, no sos poliamoros@, sino un/@ pirata cualquiera!
Ante cualquier identificación, me parece saludable preguntarse "POR QUÉ?". Meterse hasta el fondo, si es necesario, en la propia mierda y en la ajena. Pero quedarse en las superficies, no le hace bien a nadie.

Y a mí, me rompe los ovarios, así que lo evito.
EvaLilith
2013

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