Paso a paso. Desgastando frágiles tacones hasta dejar su hueso de metal a la vista. Paso a paso. Sintiendo cómo la tela va cortando mi piel, mientras me pregunto por qué lo que antes me acompañaba ahora trae todos los improperios que recuerdo a mi garganta.
Hoy hubiera sido un buen día para ir a bailar tango, pero no. Los zapatos se me rebelaron y no me dejan dar un paso más.
Una parte de mí esperaba encontrar al tipo desgarbado, fumándose un cigarrillo en la puerta de casa y ofreciéndose a descalzarme y curar mis heridas devotamente.
En este momento, odio a esa parte de mí. La voy a callar contra la almohada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario