viernes, 2 de julio de 2010

Experimentos I

Iba a ser un día largo en la oficina. Cierre de mes. Lunes. Quién te manda a trabajar? Ah, sí, si querés comer tenés que pagar. Maldición.
Refunfuñando por lo bajo, Gómez entró en la oficina. HolaPedroBuendíaJésicaalgúnmensajeparamí?¿Nada?Buenonosvemosenelalmuerzo. Un bostezo. Y cobrar valor para entrar al ataúd.
La carcelera ya estaba ahí. Doble maldición.
"Buen día, Gómez. Pudo ver el informe que le dejé ayer?"
"Sí, Mara, ya me pongo a corregir el error, debió haber un problema con los porcentajes"
"Ahí tiene las carpetas. Para el mediodía, por favor"
Gómez se dirigió al pequeño escritorio de la esquina. Mara tenía la teoría que se trabajaba con más ganas cuando se podía verificar que la jefa trabajaba a la par de uno... pero en realidad esto sólo ocasionaba que Gómez se pusiera aún más nervioso ante la mirada severa de Mara. Ella terminaba todo a tiempo, tipeaba a una velocidad asombrosa, parecía multiplicarse en la oficina yendo de acá para allá, buscando carpetas, comparando documentos, escribiendo en su planilla, proyectando ventas.
Comenzó a corregir su error del viernes, sorbiendo su eternizado y tibio café. Mara mientras vivía en su propio mundo, parecía tener una atmósfera aparte. No era mucho mayor que Gómez. Su pelo negro caía prolijamente lacio al inicio del día, pero luego era atado y desatado, sujeto con lápices y lapiceras en rodetes inverosímiles. Tenía los ojos grises, los labios perfectos, la piel ligeramente morena. No era exactamente alta, pero entre su porte altivo, los stilettos y su fría mirada parecía un ídolo de la isla de Pascua. Gómez sentía una extraña fascinación por ella.
Ese día, aún más que de costumbre, se sentía pertubado. El vestido que tenía puesto marcaba su cintura y caía deliciosamente sobre sus caderas. Gómez miró y agradeció al que se le ocurrió que un vestido cruzado atado sólo con tiras era buena idea... cada vez que ella se estiraba a buscar algo, se podía vislumbrar una pequeña porción de una tela suave, íntima, que rodeaba sus senos. Cada vez que se sentaba en su sillón giratorio, y cruzaba sus piernas, el vestido se abría un poco, apenas, dejando ver una larga porción de piel canela.
En un momento de la mañana, luego de intentar concentrarse en los números, Gómez se encontró nuevamente mirándola. Había dejado sus zapatos debajo del escritorio y estaba sentada, con los dos pies sobre la silla, y recostada sobre un codo. Algo parecía preocuparla de lo que tenía en su pantalla. De repente, con esa intuición tan típicamente femenina de percibir cuándo son miradas, alzó su vista y miró a la esquina. Directo a Gómez. Y se sonrojó! Gómez no lo podía creer, no cabía en sí de su asombro.
Acto seguido se encontró a su lado... a sus pies, para ser más exacto. Tomó uno de los zapatos que estaban debajo del escritorio y se lo colocó delicadamente. Luego comenzó a besárselo, mientras ella estiraba suavemente la pierna indicándole por dónde tenía que seguir. Sus manos recorrieron las medias hacia arriba, por el costado exterior, sintiendo la suavidad y las curvas de la mujer que tocaba... un poco más arriba se encontró con el final del nylon, un encaje, y una liga. Gómez, alucinado, jugó con su lengua y ese tesoro secreto, para él develado. Un aroma familiar, a mujer, lo inundó. Y hacia allí dirigió Gómez su boca, su lengua, sintiendo la textura sedosa de la ropa que delicadamente cubría su tesoro.
Mara acompañaba su tarea con lentos vaivenes de su cuerpo... contrayéndose, soltándose, gimiendo ahogado. Repentinamente, sosteniéndolo del cabello lo apartó de sí, se levantó y lo sentó en el escritorio... desabrochándole el cinturón y el pantalón.

-Gómez!
-Si?
-Hay algo que me quiera decir, que hace diez minutos que me está mirando?
-No, nada, disculpá, Mara, me colgué...

Una leve sonrisa, hacia un lado, se dibujó en la cara de Mara...

4 comentarios:

  1. no sólo para Pirulo y su imaginación , sino para gusto y la imaginación de todos los que te leemos Carla!

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  3. Me gustó mucho ... deseo y la imaginación que le da la forma que la realidad no puede, y ... el saberse deseada.

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  4. Mara, te mintieron, Gómez no se colgó, a Gomez se le paró y se estupidizó jajajaj.

    Muy buen relato, sobre todo la parte de la lengua, la liga y el movimiento con el que acompaña ella...

    Perdón, me colgué jajajaj

    Besos, Eva

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