domingo, 4 de diciembre de 2011
asma
El calor lo hacía todo mucho peor. Lo pringoso y húmedo del clima típico de esta ciudad volvía al tiempo un pegote desagradable, nauseabudo, lleno de todas las podredumbres que podría arrastrar el riachuelo. Eso sí, con la textura de la melaza.
Así estaba, con los pulmones llenos de pegote y apenas pudiendo expulsar el aire. Podría tranquilamente forzar su salida con un par de inhalaciones de corticoides. El puff a mano, por las dudas... pero sabiendo que no es sólo asma, no tendría mucho sentido.
Apagó la luz. Le pulsaba en las sienes y ya no era tolerable. Sus ojos se acostumbraron pronto a la oscuridad, los contornos de las cosas se volvieron tonos de azul, todo su ser cobró algo de felino agazapado.
La avenida regalaba bocinazos y arrancones, todavía. El ascensor iba y venía, sin parar en su piso. Alguien veía un noticiero. El aire ya no era melaza: había ascendido a alquitrán.
Finalmente, el ascensor paró y la vieja puerta de rejas se abrió despacio. Los pasos trastabillaron en el pasillo. Su corazón le dijo con una punzada que no quería estar allí, que llegaba obligado, que se fije en los detalles. Otra punzada y ya casi no había más aire para respirar, todo era arena.
Se abrió la puerta y entró el hombre con su traje de oficinista berreta. Prendió la luz desaprensivamente. Las sienes de la mujer se comprimieron. El hombre se acercó a saludarla cansinamente.
Ella encontró un dejo de aire al final del abismo, se paró, sonrió y preguntó "¿Qué querés que haga de cenar?" Una gota gélida resbaló por su nuca cuando se dio cuenta que había una pistola apoyándose contra su vientre.
EvaLilith
2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
lunes, 31 de octubre de 2011
Hoy hubiera sido un buen día para ir a bailar tango, pero no. Los zapatos se me rebelaron y no me dejan dar un paso más.
Una parte de mí esperaba encontrar al tipo desgarbado, fumándose un cigarrillo en la puerta de casa y ofreciéndose a descalzarme y curar mis heridas devotamente.
En este momento, odio a esa parte de mí. La voy a callar contra la almohada.
miércoles, 26 de octubre de 2011
El Faro de los Ahogados
Qué se le puede añadir a esta bellísima canción tan dulcemente interpretada?
lunes, 24 de octubre de 2011
¿Y ahora?
Sigue por los múltiples caminos de la soledad, que tan bien conozco.
Un poco de virtualidad, un poco de tango, un poco de encierro, un mucho de recorrer sola las calles de Bs. As.
No hay demasiada diferencia, si me lo pienso bien.
Sigue acallando diálogos internos, usando una fuerza de voluntad que me hubiera gustado emplear en otras cosas. Noches de insomnio intentando meditar, deshidratándome por los ojos.
Tampoco hay demasiada diferencia, si me lo pienso bien.
Es decir, sigue como hasta ahora, pero con una ilusión muerta más. De todas las posibilidades, asumir cuál es la única que tiene consistencia de realidad.
Y todo el trabajo de convencerme a mí misma que, en algún momento, voy a dejar de equivocarme y al menos por un rato me va a hacer compañía en serio alguien que no esté ligado por el árbol genealógico sino por lazos creados entre los dos.
EvaLilith
2011
lunes, 17 de octubre de 2011
Aunque le dé vueltas a las mismas cosas, aunque sienta siempre que no tengo TIEMPOOO (sí, aullando como Ian) porque la parca está detrás y por ahí me viene a segar antes de haber echado siquiera una espiga verde.
Pero la Parca es mi amiga. Me corre nomás para que tome impulso.
domingo, 9 de octubre de 2011
"Confundí con estrellas las luces de neón"
viernes, 23 de septiembre de 2011
Plagiando
viernes, 9 de septiembre de 2011
Viernes por fin

La semana había sido, como de costumbre, una sucesión de corridas de acá, para allá, de trabajo, de aburrimiento, de proyectos propios para los que el tiempo escaseaba.
jueves, 8 de septiembre de 2011
Lentos y lentas
Cuando yo estaba en la escuela primaria, los lentos ya estaban francamente en extinción. No porque dejaran de ser rentables, de hecho, lentos y canciones melosas hubo y habrá siempre, sino porque en los boliches las tandas de lentos para bailar apretados y sudados estaban siendo abandonadas.
Pero, en los bailes de primaria la cosa era bien diferente.
Es más, casi todas las chicas estaban esperando ese momento, y los chicos... bueno, estaba dividido entre los que consideraban que la mejor forma de pasar un baile era transando con la chica que les gustara, y los que consideraban que lo mejor era armar un picadito con una latita abollada.
El DJ que se contrataba en la 12, era un chico de unos 19 años con verdes y espectaculares ojos. Nos tenía a todas estúpidas de lo lindo que era. Se ubicaba sobre el escenario del SUM y ahí ponía sus mesas. Las chicas se peleaban por subirse a bailar ahí.
La noche bailable propiamente dicha empezaba, invariablemente, con Start me up de los Rolling Stones. Luego de tandas variadas de cumbia, meneaítos y demases, llegaban por fin los acordes inolvidables de Don't Cry o alguna de Bon Jovi (Always creo que era mi preferida). Y las chicas empezábamos con las miradas perdidas bajo la luz ultravioleta, viendo quién nos invitaría a bailar. Los ojos se dirigían, más que nada, a un par de morochos cancheritos con menos seso que un ratón. No tenían muy buen gusto mis compañeras, la verdad.
Las parejas en la pista, bailaban tomados casi de las presillas de los pantalones. Al menos, hasta entrar en confianza y decidir irse a un lugar un poco más apartado para comenzar el intercambio de saliva.
Mi mirada, en cambio, estaba lejos. No estaba allí. El chico que me gustaba en la primaria, nunca, pero jamás, fue a un baile. Siempre me las ingeniaba para preguntar, en grupo, cosa de no levantar sospechas, si iría. Siempre contestaba "puede ser".
Entonces, yo allá iba, contenta de poder mostrarme sin el horroroso delantal blanco. Mal arreglada, pareciendo mucho mayor, insegura, incómoda. Una flor de pelotuda era en esa época. Ahora, por lo menos, soy pelotuda a secas.
Invariablemente, esperaba. E invariablemente el pibe nunca aparecía. Así que, durante los lentos (lentos que nadie me invitaba a compartir), yo soñaba despierta con esos ojos enormes, del color del tiempo, que hacían que le perdone hasta el hecho de ser rubio.
Nunca le dije que me gustaba. Jamás se enteraron mis compañeros de curso.
No está de más aclarar que tampoco me invitaban otros a bailar. En la primaria, yo había perdido mi nombre para pasar a ser "Gorda puta" (ya hubiera querido eso), "Gorda botona" (Acusamiento infundado, ya que la botonería no está entre mis vicios), "Gorda chupamedias" (Nuevamente infundado, no soy obsecuente) y así.
De modo que, durante los lentos, me dedicaba a hacer de terapeuta a todas las que quedaban consternadas porque el que les gustaba había invitado a otra.
Con el cambio a la secundaria no hubo mucho cambio. No había dinero para salidas, y yo estaba tal como la canción de Zambayonny muy bien describe: "incogible".
Luego, descubrí el tango. Y ahí el bailar pegado se transformó en magia.
Y los lentos quedaron guardados en el cajón de los recuerdos. No bailo uno desde mis 14 años. Alguna vez, como un acto de psicomagia, me gustaría desempolvarlos, bailarme unos desnuda y terminarlos de la mejor forma...
jueves, 1 de septiembre de 2011
Fito, te quedaste corto.
Junto conmigo subió un señor enyesado que conocía al mayorcito. Le ofrecieron sentarse, pero el señor lo rechazó. Ahí empezaron a hablar y pude enterarme de a retazos la historia.
Ellos pedían y vivían en la estación constitución. Estaban yendo a Retiro, porque allí, en teoría, a las 5, llegaría la mamá del más chico.
Ahí, el nenito empezó a contar que era de San Juan, que antes de Constitución vivía con la tía en Suárez, pero que la tía pegaba mucho. Especialmente, si no juntaba lo suficiente. Pegaba tanto que el más grande se asustó y ofreció a cuidarla. Sí, cuidarla. Era una nena, a la que, para minimizar los riesgos de abusos, su "padrino" había cortado el pelo y vestido como hombrecito.
Tenía mucha ilusión de volver a su casa. Les había costado mucho ubicar a la madre, contarle toda la historia, convencerla que realmente la tía era una pesadilla, que no era que la nena se portara mal, sino que no le estaban dando comida, no la estaban dejando ir a la escuela, etc.
El mayor, entre la narración al señor y pedidos de que se quede quieta, le decía a su protegida: "En tu casa vas a ir a la escuela, vas a ayudar a tu mamá con tus hermanitos y vas a estar bien, vas a poder jugar". La menor soñaba con esa vuelta a casa, a mamá, a esa misma casa que la había expulsado.
Y mandado lejos.
Llegamos a retiro, apenas podían con las bolsas, pero el señor enyesado les dio una mano. No pude ver, y jamás me enteraré, si la madre de la menor los estaba esperando realmente. Jamás me enteré si llegaron a una casa.
La duda que me quedará es si esa casa en San Juan era realmente un hogar, o si esa nena aprendió en la calle, por los cuidados que un nene apenas más grande que ella le dio, así, como pudo, para que el horror del desamparo sea menor horroroso.
EvaLilith
2011
martes, 30 de agosto de 2011
Hola... ¿enfermera?
En el camino, me resonaba la frase. Las minas... ¿realmente nos quedamos con el que nos coge bien? ¿O sería más exacto decir que nos quedamos con el que nos da placer, en todos sus aspectos?
Revisé mi historia personal. Está bien, yo admito que para mí, el buen sexo es fundamental. Entenderme con el otro en esa comunicación no verbal, es precioso. Y poder hablar libremente, experimentar, y demases... todavía más. Estaba, dentro de los casos que yo podía manejar, el terrible problema que yo no me quedo con nadie. Es decir, ni siquiera en las escasas relaciones de más de 6 meses que tuve (creo que fueron 2) elegí quedarme. Siempre estoy moviéndome, figurita repetida no completa el álbum.
Bueno, hay alguna excepción. Ahora, en un permanente combate, estoy eligiendo quedarme. Pero no sé si cuenta mucho el caso, porque elegí quedarme ANTES de haber tenido sexo. Así no sirve para la estadística.
Llegando a casa, hablé con un par de amigas. Y los resultados fueron muy contradictorios. En relaciones ponzoñosas, el sexo entendido como "bueno" era un ingrediente fundamental. Pero luego de un proceso interno, y de un par de amantes buenos en serio, las que habían pasado por eso se daban cuenta que en realidad, no era tan bueno el sexo enfermizo. Porque el respeto por el otro y sus particularidades es un ingrediente fundamental (en algunos casos más difícil de ver) para el buen sexo, para el sexo libre, festivo, loco, liberador, comunicativo, etc.
Pasé casi dos años pensando que había encontrado al mejor amante posible. Unos cuantos muchachos después, encontré una clave que antes me había pasado desapercibida: cuanto menos prejuicios de género hay, menos ideas preconcebidas sobre roles, sobre lo que es una "buena chica" se tienen, mejor. No importa la técnica, el aguante, la experiencia: si el trasfondo implica algún tipo de prejuicio negativo sobre el tema, se nota. Hasta diría que ni siquiera un lazo afectivo puede cubrir estas grietas.
Obviamente que no descubrí Roma.
Obviamente que tengo que admitir que no podría quedarme con alguien que no me diera (y a quien no diera) el más delicioso de los placeres.
Pero entendiendo la trampa triste en que ese amante se había metido por su forma de pensar, por qué y cómo le dolía, pude evadir la trampa del rencor (que es una en la que caigo seguido), y, especialmente, de la trampa triste de pensar que puedo ser yo la que llegue a la vida de nadie a romperle los prejuicios.
Ya estuve ahí, y no se lo recomiendo a nadie... pocas cosas son más duras de quebrar sin terminar una quebrada.
jueves, 25 de agosto de 2011
Cuarto Menguante/Te recuerdo, Amanda.
jueves, 18 de agosto de 2011
Hoy estoy un paso más allá del dolor, pasando un hermoso nigredo y disfrutándolo lo más que pueda en el medio.
Ayer por la noche, en cambio, me pasó por primera vez en más de 10 años que realmente deseé morir. No suicidarme, no podría hacerle eso a mi hijo. Morir sería diferente. Simple para mí: chau conciencia y se acabó.
Me ahorro cualquier dificultad, me olvido de intentar crecer o cambiar, renuncio a intentar hacer algo con mi breve, efímera e insignificante existencia. Total, hasta el día no es que esté haciendo mucho y no creo que pueda cambiar eso de momento. Adios toda preocupación, adios toda angustia, adios todo mí. De una vez y por siempre, no como las drogas (legales y de las otras) que sólo tendrían un efecto parcial y breve en el tiempo (y nefastas consecuencias para el resto del existir).
Para colmo, por fuera de mi familia y un par de honrosas excepciones, los píxeles que haya modulado parecen más relevantes o queribles para otros que la que realmente soy. Ese es un golpe demasiado duro para mi trastabillante autoestima de los últimos meses.
Quizás deba morir mi yo virtual. A esa puedo matarla sin culpas ni inconvenientes legales. No más espejo de los deseos de los demás. No más virtualidad suave, amable o terrible, pero irreal entre las irrealidades. No más alter ego adorado u detestado, pero nunca pasado de largo. Volver a mí, terminar de liquidarme en la monotonía y listo.
Lo consultaré con la almohada si por la noche el sueño se digna hacerme compañía, porque hasta él me rehúye cuando estoy así.
martes, 16 de agosto de 2011
jueves, 11 de agosto de 2011
Acariciaba mi espalda suavemente, con las yemas de los dedos, estremeciendo a mi piel aún humedecida por el pasado reciente del contacto. Su mano llegó a mi pelo, lo enredó y desenredó, con la calma del deseo saciado.
"Lo que me encanta de vos es que te resbala todo", susurró.
Me aparté un poco para poder ver bien a mi última adquisición y, revoleándole directo al pecho la remera que acababa de romperme, me reí: "No es tan así".
Creo que se pensó que les estaba haciendo una broma. Me alcanzó en la otra punta de la cama, sujetándome ambas muñecas y besándome el cuello, volvió a enrollarme sobre su pecho. Me pidió un abrazo y volvió a acariciarme suave.
"En qué pensás?"
"En nada"- mentí.
"Dale..."
"En el morocho hermoso que me acaba de despeinar toda, entre otras cosas"
Sí, el tipo estaba acostumbrado a los cumplidos... sonrió y me dejó sola con mis pensamientos, cobijada por su pecho y con su largo pelo haciéndome cosquillas.
Podría haber dicho que me resbalan las cosas cuando no me importa mucho el que me acompañe. Podría haberle dicho, también, que en realidad aprendí a que en ciertos casos me resbalen a fin de protegerme. Un caparazón duro, lustroso, donde el resto se vea reflejado y yo pueda guarecerme sin miedo.
En ese momento me preguntó si estaba enamorada o saliendo con alguien. Pensé, como desde hacía ya varios meses, en el esquivo, en ese que no iba a tener tan rendido entre mis brazos. Sentí una oleada de amargura y me encerré en el baño con el pretexto de una ducha.
Lo bueno de tener oleadas de amarguras en el mismo cuarto con un morocho fueguino es que se tiene a mano la mejor forma de dejarlas pasar. En mis manos, en las suyas, en su lengua, en su sexo, en sus piernas torneadas cuidadosamente. Agradecí que se metiera sin pedir permiso en la ducha a enjabonarme y regalarme otras delicias. Pero, una vez secos ambos, dije algo sobre la hora y ofrecí llamarle un taxi.
Eva Lilith
2011
martes, 9 de agosto de 2011
Adela
Como siempre que podía sentarse, venía amodorrada en el subte. Casi dormida, los ojos húmedos, la mente tratando de silenciarse. Sintió una leve presión en la rodilla, un nene le había dejado unas hebillas. Lo miró con atención ir repartiendo el paquetito por el vagón. Descalzo. En invierno. La ropa rota y sucia, como la cara. La expresión del que hace mucho que hace lo mismo. La soledad.
Como siempre que veía algo así, las lágrimas le brotaron solas. Puta madre, pensaba, podría ser mi hijo. Puta madre, por qué no podré llevármelo a casa, bañarlo, darle una cena caliente y que mañana en vez de venir a patear el subte vaya a la escuela.
Era una idea recurrente. Cada vez más. Trató de calmarse diciéndose que era natural que se le cruzaran esas cosas por la cabeza, especialmente desde hacía casi un año. Casi un año ya del cuarto vacío, clausurado. La ropa negra no era casual. Las ojeras y el rostro consumido, tampoco.
Mientras miraba al nene pensó que al menos él estaba vivo. Ella no había podido mantener a su hijito así. Había hecho todo bien, salvo eso. La muerte se lo había escamoteado luego de una larga y desagradable enfermedad. El niño consciente de su próximo final, ella impotente, sola para siempre desde ese día en que todo terminó en ese hospital. El niño tan dulce, tan brillante, con tantas posibilidades truncadas de una vez para siempre, con su carita pálida mojada por las lágrimas que ella no sabía ya de dónde podían seguir saliendo... el niño cansado y dolorido por la enfermedad, el tratamiento, los aparatos, los hospitales, los médicos brujos y todo lo demás.
El dolor era tan insoportable, aún un año después, que punzaba en sus sienes y le daba náuseas. Mientras, el nene pasaba retirando las hebillitas. Se la quedó mirando extrañado. Ella le dio el billete y unos caramelos que llevaba consigo. "Esos no me gustan", fue la respuesta en rechazo que recibió.
Decidió que no volvería a casa en ese estado, porque sería espantosísimo. Se bajó en la primera estación y buscó un bar. Se sentó en una mesa apartada, pidió un café, se derrumbó sobre el mantel blanco. Tenía que ponerle un límite a eso, pero a veces simplemente no sabía cómo. Terapia, claro. Desde antes que pasara, desde que el médico le mostró los estudios con el terrible diagnóstico. Pero con tantos nenes desamparados, ella no sabía qué hacer con la maternidad que le sobraba.
Toda su vida de adulta había sido madre. Siendo madre había hecho su carrera, sus amigos, organizado sus citas con amantes, todo. Y se sentía culpable. Horriblemente culpable. Ella, que tanto cuidado había puesto en hacer todo lo debido, todo lo más correctamente posible. Su niño, tan dulce siempre, tan cariñoso. Ahora era polvo. Nada más que polvo y recuerdos, sin haber podido vivir toda su vida. Ella hubiera querido verlo hombre, hubiera querido que conociera el sabor del sexo, el aroma del triunfo, el mundo. Ella hubiera querido ver desarrollarse esas gracias y talentos que lo hacían tan especial.
Pero no.
Sólo polvo.
Para siempre.
Y mientras tanto ella seguía viva, seguía respirando y sana. Haciendo nada, en una vida sin sentido ni dirección. Sobreviviendo. Trabajando, claro. Cada vez más, como una forma de acallar un poco el dolor. Visitaba a sus parientes, que intentaban distraerla. Hacía escapadas los fines de semana, para recorrer campos, montañas y pueblitos extenuándose al borde de sus fuerzas. Los amigos la llamaban o la buscaban. Un café, una obra de teatro, una película, paliativos.
Una nenita de unos 7 años se metió al bar con media docena de claveles. De nuevo la idea loca.
EvaLilith
2011
Pd.: si puedo, más adelante sigo la historia...
Fauna del transporte público
La sub-especie que hoy nos ocupa pertenece a la raza humana, fundamentalmente, hembras, entre 20 y 60 años. Su comportamiento típico incluye una serie de ritos y pasos supuestamente embellecedores. Pasemos a describir un rito típico:
En primer lugar, extrae de su bolso un neceser, del cuál irá tomando distintos objetos. El primero, fundamental, es un espejo pequeñísimo, que de ninguna forma puede reflejar su cara por completo. Este espejo será sostenido por la mano menos hábil, a una altura variable. La mano menos hábil también sostendrá los pomos mágicos, mientras la que es más ducha, los aplicará con diversos elementos.
El primer pomo contiene algo conocido como "corrector de ojeras". Generalmente, este corrector es de un tono demasiado claro para la piel y se encuentra empastado, por lo que una vez colocado parece un antifaz blancuzco que deja traslucir las ojeras de cualquier tono.
El segundo pomo (en algunos casos reemplazado por un disco compacto) contiene base. En contraste con el corrector, la base suele estar varios tonos por encima del color de piel natural. Mucho más anaranjada, además. Esta sustancia es aplicada con los dedos, si es líquida, o con una esponjita muy gastada si es polvo compacto. Parece ser parte del rito el frotar la piel tanto como se pueda, arrastrándola desaprensivamente de un lado al otro.
Acto seguido, la hembra alejará un poco el espejo, estirará su cara (como si dijera una U muy pronunciada) y mirará ambas mejillas. Considerándolas pálidas pese al naranja, les aplicará un rubor subido, frotando nuevamente a la pobre piel. En ocasiones, pasan una brocha algo gruesa con rubor también por la nariz y la frente.
Estos especímenes no suelen colorear sus párpados. Si lo hacen, es con una capa uniforme de algún color claro. Eso sí, todas aplican una pasta o líquido para remarcar el borde de sus ojos. El color de la pasta puede ser negro, marrón, azul o verde, indistintamente. El trazo, grueso y desalineado, producto del traqueteo del transporte en el que se encuentren.
Una vez terminada la fase de delineado, pasan a la fase de rimmeleado. Esta fase es la que más tiempo suele llevar, con cuidado separan sus pestañas, las empastan, arquean, vuelven a empastar, vuelven a separar. Una vez que estén conformes, echan una rápida mirada y guardan el rimmel.
El pintado de labios suele ser sencillo. Muchas, incluso, obvian el uso del espejo. Un brillo o un labial neutro suelen alcanzar. En ocasiones, especialmente entre las mayores de 45, aparecen rosas chillones o fucsias.
Invariablemente, el resultado es lamentable. Realmente estas féminas son mucho más bellas sin estos ritos apresurados de maquillaje, cosa muy sencilla de comprobar ya que las hemos visto ANTES del mismo. Por otra parte, se sabe que los efectos de un rito análogo realizado en la comodidad del hogar o de cualquier sitio que no se mueva, son mucho más beneficiosos a la imagen de estos homínidos. Sin embargo, está comprobado que son reacias a cambiar dicho ritual en el transporte, llegando incluso a realizarlo de pie, en recintos repletos, poniendose en riesgo por no poder sujetarse debidamente...
EvaLilith
2011
domingo, 7 de agosto de 2011
domingo, 31 de julio de 2011
jueves, 28 de julio de 2011
Un vals...
Nacer, envejecer, morir.
¿Por qué yo deberé gemir?
¿Por qué prohibido esta poder
crear mi carnaval feliz?
Bailar, olvidar, renacer,
ir más allá del fin.
Hasta la eternidad huir,
viajar, todo dejar caer.
El mundo no me encerrará.
Quisiera ser lo que yo soy.
Cantar alegre mi verdad,
dar sin saber que es lo que doy.
Amar con toda libertad.
Se disolvió lo que sufrí.
Haber nacido perdone.
Ahora sólo falta abrir
mi terco corazón cruel.
El mundo no me encerrará.
Quisiera ser lo que yo soy.
Cantar alegre mi verdad,
dar sin saber que es lo que doy.
Amar con toda libertad.
Quisiera ser lo que yo soy.
Cantar alegre mi verdad,
dar sin saber que es lo que doy.
Amar con toda libertad.
domingo, 24 de julio de 2011
Otro Domingo.
No por repetida dejaba de ser menos angustiosa. No por entendido el significado dejaba de ser menos doloroso. Sus sueños tenían esa cualidad de ser demasiado realistas. Demasiado cotidianos dentro de su espanto.
Sus oídos zumbaban con un pitido agudo. Había una leve luz afuera, ya había amanecido.
El niño muerto, el proceso de vaciar la habitación, todos los días vueltos un domingo por la mañana. A veces tenía una idea de cómo había sido, a veces era un poco como recrear a Rocamadour. Pero la mayor parte de las veces era sólo el proceso posterior. Los pésames, los que estaban pero no podían alcanzarla. Los objetos vaciados de sentido.
Ella sabía que no se refería el sueño al niño en sí. El niño en sí estaba perfecto, todo lo rozagante, feliz, desquiciado, cariñoso, fuerte y sensible que podía ser. La primera vez se había asustado tanto que lo llevó al médico, que cuando empezaron con los estudios, estuvo pasando un par de meses de pesadilla lúcida hasta que finalmente todo salió bien, y lo que hacía sospechar algo si no grave, al menos, serio, desapareció como llegó.
No, no era sobre el niño. Eso lo sabía. El sueño era sobre ella. Despertate, le decía. Qué carajo estás haciendo con tu vida salvo criar al niño? Apurate que se te acaba el tiempo. Los meses pasan rápido, los años más aún. Qué lazos estás cultivando más allá de los de tu familia? Apurate, antes que sea demasiado tarde para tender puentes hacia otros. Quiénes te van a acompañar hasta el final, quiénes van a llorar cuando vos no estés... que no sean ni el niño ni tu familia? Qué huella vas a dejar en este pequeño mundo salvo la de la mitad de tus genes?
Se levantó y preparó un café. No tenía hambre realmente. Usó ese tiempo de sobra en cuidar su cuerpo, en suavizar sus pies, embellecer sus manos, limpiar cuidadosamente restos de maquillaje, su pelo. Todos esos pequeños rituales que la hacían sentir un poco mejor. Un poco, no mucho. No impedían pensar, mientras. No requerían mucha atención, a decir verdad.
Activó el celular mucho después, ya casi cerca del mediodía. No esperaba recibir ningún mensaje, ninguna llamada, pero mejor dejar la puerta abierta. Nunca se sabe. Compras y preparar un almuerzo liviano. Por la tarde saldría.
Se arregló como si fuera de visita. Salvo el pelo, que nunca quedaría prolijamente peinado, sino que siempre chorrearía por todos lados en ondas vagas y remolinos. Tomó el primer colectivo que encontró y decidió dar una vuelta por la feria y el barrio chino. Mirar chucherías. Mirar gente. Comprar un par de cosas, un par de regalos que venía debiendo. Pensó en un regalo para él, pero aún faltaba para su cumpleaños. Pensó un regalo especial para todas las personas que quería.
Terminando con el paseo, aún le sobraba tiempo. No el suficiente como para volver a casa antes de buscar al niño. Demasiado para perder sorbiendo un café en cualquier lado. Caminando, el domingo soleado le parecía más ausente que nunca.
Pensó que era llamativo como de repente habían empezado a llamarla "señora". No tenía arrugas en su cara, ni la piel había perdido brillo. Pero algo marcaba distancia, parecía. Todavía se daban vuelta algunos para verla pasar. No, no era hermosa, pero sabía que no se trataba de eso, sino de su porte, de su forma de caminar. Y sin embargo, estaba pasando el domingo sola. Por elección, quizás. Hombres dispuestos había algunos, pero no tenían lo que ella buscaba y no se sentía con ánimos de socializar en forma vacía. No, para eso prefería al par de amantes que llamaban al pan, pan y al vino, vino. Nada de juegos hipócritas, nada de andar pretendiendo interés cuando no se siente, pero consideración para con ella. Ella se portaba de la misma forma. El pacto explícito pasaba por ahí. No equivalía a un no, mañana significaba mañana. Sencillo. No se trataba de la clase de personas que piensan que hay mujeres para una cosa y mujeres para otra. Lobos buscando lobos, con las fauces abiertas y sin disfraz de cordero.
No era día para amantes. No. Tampoco era día para amigos. No podía explicar el tipo de compañía que necesitaba todos los domingos. Sólo sabía que no la tenía ni la tendría.
Las pesadillas seguirían hasta que resuelva el acertijo de su vida, al menos, hasta que otro nuevo acertijo se formule entre los ojos vacíos de la esfinge. Lloraría todavía un rato más, con palabras, como llora ella. Escondiendo las lágrimas lejos de ojos curiosos, la multitud siempre tan amistosa. Falaba poco para ir a buscar al niño, y entonces podría descansar un poco, hacer algo rico para la cena, amasar algo para el día siguiente, retarlo un poco, mandarlo a bañar, pensando entre la burla de sí y la amargura "he ahí al hombre de mi vida".
EvaLilith
2011
domingo, 10 de julio de 2011

Luego, le quitó el pantalón deportivo y la ropa interior. Un nazareno desnudo y pálido. Tembloroso. Jadeante.
viernes, 8 de julio de 2011
Personajes: El pintor.
miércoles, 6 de julio de 2011
Exorcismos
Todavía era de día. Todavía verano. Los pasos de la mujer resonaban en el piso de ladrillos de la plaza de Barrancas de Belgrano. Paso, cadera, paso, cadera y retumbando todo en el calor de la tarde. Se sentó en un banco, frente a un hombre pálido. Recogio sus pies de costado, sobre el asiento y lo miró.
El hombre no la miraba. Al menos, no directamente. Tenía los ojos clavados en las sandalias blancas llenas de tiras que llevaba ella. Parecía preocupado.
- Te esperaba arriba de la Glorieta.
- Había Gente.
- Y?
- Se darían cuenta...
- A nadie le importa.
- A mí sí.
Ella le tomó el mentón con sus dedos, y lo obligó a mirarla. Acercó su cuerpo, su boca y le plantó un beso rápido en la comisura de los labios. Después se levantó revoleando las piernas antes plegadas y caminó rumbo a Juramento. El hombre se quedó escuchando sus pasos un buen rato, antes de correr para alcanzarla.
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Comenzaba el otoño. La mujer estaba sentada cómodamente en las escaleras de la Glorieta, con un vaso de esos de plástico que se supone que tienen café dentro. El hombre, cuidadosamente, con la nariz pegada al cuero, le desabrochaba los borcegos. Cuidaba que no queden los cordones enredados, mientras tenía el pie calzado sobre su rodilla. Cuando cambió de pie se vio la huella que el calzado dejó en su ropa.
Ella saludaba, con una amplia sonrisa complacida, a algunas de las personas que se acercaban a bailar. Un par de bailarines se acercaron para besarla y obtener una promesa de compañía para alguna tanda. Sacó de su cartera un par de zapatos de tango negros, charolados, altísimos. Se los dio al hombre y siguió charlando con un bailarín.
Una vez calzada, le dejó su cartera y su abrigo al hombre, metiéndose de lleno en la pista. Salió sólo luego de un buen rato: él seguía allí.
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La última vez que la ví no fue en Belgrano. Estaba en el Pasaje Obelisco Sur, en uno de los puestos que lustran botas. Le comentó al muchacho del puesto que había encomendado el cuidado de sus botas a otro, que le parecía que no estaban bien lustradas... y que a partir de ese día la verían seguido.
Había un brillo vidrioso en sus ojos negros.
martes, 5 de julio de 2011
Drowned, de Tim Minchin
Ya sabés lo que va a pasar. Ahora, actuá sorprendida. El devenir de los acontecimientos es uno. Por más que haya miles de universos posibles, miles de derivaciones de una misma decisión, miles de resultados... mi consciencia está en este universo, en este ahora.
jueves, 30 de junio de 2011
Intento de Nada
Y a estas alturas, a estos 28 recién estrenados, con su retorno de Saturno y el peso de todas las estructuras que me armé (erradas o no), estoy sin siquiera poder encontrar un boceto de respuesta a qué carajo quiero hacer con mi inútil, pequeña y efímera vida.
Por supuesto no podía faltar la ironía de que lo único que estoy haciendo en forma medianamente exitosa es aquéllo que jamás me interesó hacer. Aquéllo que no me gusta, pero aún sabiendo esto, o quizás precisamente por ser consciente de... lo hago lo más a conciencia que puedo.
Mientras tanto, todos los proyectos que emprendí parecen fracasar por causas ajenas a mi persona. No importa qué tanto los apuntale, qué tanto lea las letras chicas, qué tanto dialogue, negocie o trate de reasegurar. No hay caso. Todo a pique. Una y otra y otra y otra y otra y otra y otra vez. No pienso poner ejemplos. Son demasiado dolorosos...
Así que acá estoy. En cero, para variar.
Ni siquiera me está yendo bien con los proyectos pequeñitos, mezquinos, de la supervivencia. Al final de cuentas, termino siendo una cuasi autómata más, dejando que pasen de a poco los días. Cada vez más encerrada en mi mundo y cada vez más desencantada de todo. Especialmente, de mí.
En un tiempo, días, semanas, meses: lo mismo da; es probable que encuentre un puntito sobre el cual asirme. Una idea, un nuevo trabajo, un nuevo hobbie. No, mejor descarto los hobbies, porque tengo la mala costumbre de elegir aquéllos que me obligan a adentrarme en mí misma. Una vez más voy a querer creer que por una vez, las cosas van a salir como lo planeo. O que, al menos, si no salen como lo planeo... no van a salir como el reverendo ojete.
En momentos así, realmente me gustaría que la magia fuera real. Que haciendo rituales y concentrándome en velas, altares, íconos, pueda modificar mi existencia. Pero no.
De modo que voy a hacer lo que siempre hago en estos casos: ovillarme un rato sobre mí misma, enfermarme, dejar que pase la enfermedad, levantarme todos los días, ocuparme de mis cosas, hasta distraerme un rato y seguir haciendo como si nada. Hasta que no empieza el insomnio, no es grave. Y si empieza el insomnio, me tomaré un café más a la mañana, escribiré huevadas de madrugada, tendré amigos virtuales de Malasia y esperaré.
Ya desperdicié 28, puedo perder todos los demás.
Eva Lilith
2011
viernes, 24 de junio de 2011
Hinach Yafah
Fue como si te mirara por primera vez. Algo se había quebrado, algo con esa risa que te llenaba el cuerpo te había desnudado. Las pequeñas y finas arrugas alrededor de tus ojos, tus ojos cansados de andar mirando demasiado. La risa quebró una barrera, me dí cuenta y te miré.
Miré tu piel delicada, miré tus manos con los dedos nerviosos, jugueteando con lo que tuvieran a mano. Miré la pequeña boca escondida entre la barba. Miré los hombros escondiéndose, miré esa forma de retraerte... sí, eso era lo que se había roto.
Vi tantas cosas.
Probablemente, meras proyecciones mías.
Pero algo creí entender. Sí, entendí una nueva forma de lo hermoso. Entendí que sin importar los estragos del tiempo, los vaivenes estéticos, o lo que fuera, hay algo que hace juegos de luces y sombras. En esos juegos sos hermoso. En esos juegos de luces y sombras es que me gusta desnudarte, observarte largamente, usar tu cuerpo como instrumento de lo más sagrado: Tu cuerpo como el instrumento de todo lo demás, cargando el peso de los errores pasados, presentes y futuros. Un libro con una historia contada. Un libro en el que estoy dejando marcas, en el que estoy escribiendo también una parte de mi propia historia. Las huellas se borrarán pronto, o quizás no... no es tan importante eso.
Creo que me reí también. La risa también es un puente... sé lo que te esforzás en conseguir arrancármelas una por una, venciendo a mi seriedad y sacándome las máscaras sin ningún pudor ni espanto.
En ese espacio entre nosotros, está esa posibilidad. Y ahora, ahora que te pude mirar, ahora que te sentí de esta forma; ahora, aunque me muera de miedo, voy a seguir buscando esos momentos sin personajes...
Esos momentos donde asomamos vos y yo, y somos hermosos...
EvaLilith
2011
martes, 7 de junio de 2011
All the way down
domingo, 29 de mayo de 2011

Así fue que comprendí que era mentira eso de ser uno. Es más, ni siquiera era deseable. Pero como me había creído los cuentos de hadas, pese a haber jugado todo el tiempo a la pelota con los pibes, haciendo que los ignoraba... bueno, acá me ven. Y ella pasó y se fue. Ella con su paso firme, con su incapacidad para querer, con su pelo revuelto y su ser menudo e inquieto. Ella pasó y se fue. Acá quedó mi corazón apenas latiendo, desesperado. Qué es esto que tengo en el pecho? Por qué sigue ahí si siento tanto frío corriendo por mis entrañas?
Durante todo el tiempo que estuvimos juntos, yo intenté. De veras intenté fundirme. Por momentos, cuando el sol le daba en la nariz y sus contornos se borraban con la luz, creí que era posible. También cuando en la oscuridad nuestros cuerpos se enredaban y entraba en ella con el deseo de borrar todo espacio, toda barrera.
Más no es posible que una persona quepa en otra. Lo sé. Sólo que se fue. Y ahora tengo frío. Sólo eso.
martes, 24 de mayo de 2011
De desconocidos y otras yerbas
Sale el rubio del subte palidísimo. "Ya podés respirar", le largo cuando me mira del otro lado del casi desmayo.
De ahí vamos subiendo y encaramos para el mismo lado. Ya llegando a la escalera mecánica camino a la libertad definitiva me pregunta por una calle. "Sí, la conozco, voy para allá". Ergo, tuve escolta, mas no paraguas prestado porque ninguno de los dos tenía. Esta vez no me dormí y tengo un msn que agregar cuando me decida. Incluso, tengo la excusa para agregarlo. Excelente (Sí, no me caben mucho los rubios, pero ante lo mal que me vienen tratando los morochazos, más me vale probar algo nuevo, no?)
Para cuando tuve que volver al subte, la línea funcionaba mal. O, mejor dicho, peor que lo habitual: no me llevaba hasta la cabecera y encima, con demoras y asfixia. Tocó bancarse tránsito y subirse a un colectivo. Repleto, claro está.
El colectivo iba a paso de hombre, y yo tenía puestas unas hermosas botas con un taquito ínfimo pero altísimo. Si no conseguía dónde apoyarme, iba a doler.
Termino enfrentada a dos señoras pintadas, de esas que se juntan a tomar el té y jugar a la canasta. Las señoras se ponen a hablar de mi ropa, de mis botas y de mí como si yo no estuviera ahí. Y miraban, evaluaban, recordaban sus años de descaros, de atreverse, de aguantarse el dolor en los pies con tal de verse como reinas. Yo pensaba que mi pollera no era tan corta, mis medias tapaban bastante, mis botas... bueno, de las botas no puedo decir nada: son llamativas y punto. Ya cuando empezaron de nuevo con el tema de la juventud TUVE que meter bocado: "Mire que yo hace unos años no me ponía pollera ni que me paguen" "ay, hija... por qué no?" dijo una. La otra hizo un comentario sobre mi falta de maquillaje. Por suerte, se bajaron pronto...
Cuando finalmente me bajé del bondi, un anciano me socorrió, cubriéndome por una cuadra con su enorme paraguas de cuervo viejo. La lluvia, como dije, da un algo de naufragio a la ciudad y a veces algunos dejan de lado el "Sálvese quien pueda".
lunes, 11 de abril de 2011
Así, me vuelvo puntos de luz, algo poco amenazante, algo poco real. Qué pasaría si en vez de convertirme en esto, esos otros asumieran mi carne, mis matices? Qué pasaría si alguien se animara simplemente a quererme?
Pero no. Nadie quiere al fango. Nadie quiere acercarse a una pantera negra, aunque reluzca y sus ojos estén fijos en el horizonte.
Mejor el lado brillante, no? Mejor las superficies pulidas, las buenas costumbres, los juegos socialmente correctos, mantenerse abajo, cerrar los ojos, creer las bellas palabras, sonreir, limar suavemente las uñas para que sean un ornamento y no una defensa. Mejor lejos del abismo, mejor. Así puede quedarse uno largo rato, no? Así puede quererse, así pueden uno tener cercanía, y buscar, y contener, y mimar, y querer entender?
No, yo sé que no es así. Sé que es sólo superficie.
Pero es tanto? Es tanto pedir un poco menos de soledad? Porque yo sé que estoy sola, yo sé que voy a seguir sola, yo sé que.
Nada.
A estas alturas no sé nada.
Si: soy parte del lado oscuro. Pero también por eso sé brillar. Y me gustaría de vez en cuando sentir un mínimo de camaradería.
No sé.
A estas alturas no sé nada.
Me siento, una vez más, bajo el signo de Caín.
domingo, 10 de abril de 2011
martes, 29 de marzo de 2011
Un dia despues de vos crucé los dedos
domingo, 27 de marzo de 2011
Insomnios: un poco de arte.
Se veía tan suave, tan bien acabada. Reluciente, engalanada. La pequeña daga era un juguete nuevo en sus manos, cortando el aire, rasgando una cortina, marcando la puerta. El juguete llegó hasta el brazo inmóvil de la mujer y ahí se detuvo. Un poco más de presión, sólo un poco, y la piel se colorearía carmesí. Un poco más de presión, sólo un poco. Acarició a la mujer desmayada con la daga. El éter le daría un par de minutos más, solamente. Mejor no perder tiempo. Dejó la daga en la repisa, abrió el primer cajón y se puso a buscar. Lencería delicada y lencería de diario fueron desparramándose por el suelo. El hombre tomó varios pares de medias de nylon y volvió a la cama. Con delicadeza, ató las manos entre sí y luego a uno de los adornos de la cabecera. Tomó otro par de medias e hizo lo mismo con las piernas, acomodándoselas suavemente de costado. El tercer par sirvió de mordaza.
Volvió a tomar la daga y se sentó a esperar que pasara el efecto de la droga, dejando sólo la luz del balcón prendida. En ese momento pensó que llevar algo más fuerte hubiera sido lo apropiado, pero había un nosequé romántico y anticuado en su elección. Si se lo veía con cuidado, todo él parecía anticuado. El traje de pana, el pelo engominado con raya al medio, los zapatos de dos colores lustrados.
La mujer despertó, confundida y probablemente con náuseas. Extrañamente abandonada a su destino, no luchó, no hizo ruidos. Sólo las lágrimas resbalaron copiosas por sus ojos claros. El hombre se movía lentamente, con una sonrisa de médico fija. Era el momento que había estado esperando... la piel pálida de la mujer quedaría tan hermosa... se acaballó sobre sus caderas y comenzó a dibujar espirales. Una, dos, tres, decenas de espirales que se unían sin cruzarse, en el torso, en las piernas, en un brazo y en el otro. Espirales grandes para la piel que recubre la cintura, espirales chicas para las mejillas delicadas. Cuando terminó, contempló su obra, sacó un par de fotos con el celular, limpió meticulosamente su daga y besó los labios de la mujer, extrañamente pálidos...
Insomnios: tirando la moneda
Cara - Cruz - Cara - Cruz - Cara las chances van por igual, cuál es la cara, cuál es la cruz. Tiro la moneda una y otra vez. Evidentemente no puedo definirme, sino, no necesitaría jugar con este metal de dos colores en mi mano. Cara - Cruz -Cara - cruz. Cerrar un camino para andar a fondo otro. Y no quiero. Por eso la moneda. Por eso la duda. Por eso mejor huir, mejor esconderme, mejor dejar que el tiempo lleve al olvido. Cara - Cruz - Cara - Cruz. Pienso en el arcano de los amantes, debería meditar con mi Tarot... evitar la decisión no es buena idea. Pero por qué tener que decidir? qué impide poder tener un poco de todo? por qué por qué por qué? El tiempo es limitado, lo sé. Y si me equivoco de nuevo? Cara - Cruz - Cara - Cruz. Nadie es lo que parece. Yo tampoco lo soy. Qué te parezco? Por qué me estás buscando? Qué soy para vos? Cara - Cruz - Cara - Cruz. No quiero ser, no quiero que esperen nada de mí. No me pongas esa cruz - cara - cruz - cara Y si fuera lo contrario? y si es la falta de expectativas del resto lo que me está confundiendo? Qué es lo que quiero que reconozcas en mis manos? cruz - cara- cruz - cara el misterio del otro me espera sea cual sea la decisión. Incluso el misterio del otro me espera si termino sin cara y sin cruz. A qué me juego? Por qué me juego? Quién quiero que me pida que me juegue por él? Cruz - cara - cruz - cara Tengo una copa de vino lista, sí, tengo algo que dar. Pero no quiero nada a cambio. O sí? O no? Lo que me des me ata? Lo que te dí te ata a mí? no... cara -cruz - cara - cruz
Claro... tenía que ser... la moneda cayó de canto...