domingo, 30 de septiembre de 2012

Una se inventa estrategias contra la soledad. Escucha música. Lee libros. Lee más libros. Lee revistas. Lee huevadas en internet. Juega jueguitos tontos que no requieran involucrarse con una historia, porque la propia historia da vueltas en la mente como un trompo.
Hasta que se sale de quicio y el trompo revolea luces por todos lados, sin que una sepa cómo atajar las ideas que se escapan. El tiempo que se pierde. La energía desgastada. Así es como de noche termino limpiando lo que no limpié en el día. Escribo un poco. Me fijo si algún amigo noctámbulo está dispuesto a intercambiar un poco de pixeles haciendo de cuenta que hablamos café o whisky mediante. También podría ponerme a dibujar. O darle otra mano de barniz a las cajas que compré para guardar los mazos que me habían quedado huérfanos. Pero la maldición de la bruja es no poder autoengañarse, y estos paliativos contra la doña Soledad son percibidos como eso. Como paliativos.
Queda la computadora prendida, el facebook abierto, el msn conectado. Pero una no está ahí, está sentada mirando a la nada, alineando cristalitos o bolitas de colores en la pantalla. Mientras tanto, la piel pide otra cosa, deshacerse de sus cáscaras en el roce con otra piel.
Los labios se entreabren sedientos. Y ni el té, ni el café, ni el vino ayudan a sacar la sed.





EvaLilith


2012

Demasiada casualidad...

Hace un tiempo viajaba en un 15, hasta Boedo. Era un viaje largo, y generalmente lo hacía con música para no sentir tanto al tiempo. Esa tarde se agotó la batería a tiempo para escuchar una conversación. Mejor dicho, media conversación, ya que la mujer estaba hablando por teléfono. 

Tuve la rara sensación de que estaban hablando de un amigo mío. Presté atención y me quedé largo rato tratando de pe
scar un nombre en el cuasi monólogo que paseaba a la chica por sus desencuentros, por los lugares comunes. Estaba aburrida de su novio, hablaba de él dándolo completamente por sentado. Algunas fechas de festejos y de salidas coincidían con fechas que yo conocía del otro lado. Que iba a empezar el gimnasio. Que le parecía que estaba deprimido. Que ella ya no sabía qué hacer con él, que prefería que saliera con los amigos.
Supuse que del otro lado le preguntaron "¿No estará teniendo una minita por ahí?", porque la chica contestó que "Si se viera con otra mina me haría un favor, así me deja dormir"
Como un mueble. Una posesión que hubiera que renovar, que pasara de moda. El resto de la conversación giró en torno a la conveniencia de hacerse un alisado definitivo.

Si no hablaban de mi amigo, le pegaban en el poste. Ese viaje no pude evitar pensar en cuántas personas se vinculan así. No desde las entrañas, no desde la libertad de elegir el lazo, no desde la locura santa. Desde el tedio. Desde el hastío. Desde los lugares comunes que socialmente se suponen lindos. Las vacaciones en la costa. Una escapada. El departamentito en un barrio de moda de la Capital. Hacer un par de fiestas por años, mostrarse a los amigos.

Me acordé de ciertos escritos de Arlt, donde mencionaban las mismas cuestiones, apenas aggiornadas por los años transcurridos.

Pensé en un montón de cosas más, que no estoy dispuesta a escribir acá. Sobre todo, pensé que pocos días atrás fuimos amantes por un par de horas... y decidí no volverlo a ver más.








EvaLilith


2012

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Ratas

Por las venas corren las ratas del cuento de Lovecraft. Roen, lamen, gritan. Van cavando nuevos túneles, conectan la sangre de modos secretos. Le dan a mis venas una fuerza inédita, un escozor que me lleva por los senderos más oscuros, por las calles retorcidas con viejos pavimentos donde mis tacos resuenan a hueco. 
Los viejos bajan la mirada cuando me ven. Un reflejo algo rojizo en el hueco de mis pupilas. Son ellas, son las ratas. Remueven la basura, hacen su festín entre los despojos.

Huele dulce y metálico. Huele a que la vida que no se pone en movimiento se pudre. Me tiran, estas ratas, de la nariz. Lejos, lejos pero adentro. Porque a medida que camino, las ratas cavan. A medida que cavan, encuentran nuevas fuentes. Nuevos tonos de rojo.
Patitas que no dejan de moverse. Una agresividad vital, una forma de no correrse del camino... Gris, negro, marrón, manchas, colas largas y muchos dedos dentro mío...Ratas, todas ratas... Ratas que odian a la Serpiente y aprendieron a ser tan astutas como ella. Ratas que sobreviven a todo.
Menos a ellas mismas.
Ratas que destruyen mi cuerpo de a poco. Ratas que luego serán mi cuerpo, mostrando finas hileras de dientes amarillos.


EvaLilith
2012

lunes, 24 de septiembre de 2012

Breve ilustración del arcano XV

Pero yo sé que está mal. Te lo digo. Que anda deprimido o algo así. Bipolar. Eso. Bipolar. Me llamó y andaba por las nubes, porque me dijo todo lo que querías escuchar, que me extrañaba, que yo era hermosa, que seguro tenía miles de tipos detrás ahora que él no estaba más en Buenos Aires. Al rato me mandó mail con algo de un archivo adjunto y de badoo, que el primo lo tanteó preguntando por mí. Esa cuenta de mierda que no la cierran más. Estaba en la foto del perfil con un vestido rojo, te acordás? ese que me regaló Martita, para mi cumple en el 2008. Le agarró un ataque de celos. Ahora, si no me quiere, si me dejó por carta. Por carta, te acordás? Se fue. Pero me llama desde Brasil. Manda mails. Todos los días, 4 veces por día. Que de noche se queda mirando una novela. Se llama como yo la novela, mirá si será masoquista.
Pero qué querés que te diga? Mi hermana me dijo que no quería saber más nada. Que no le cuente más. Que le daba lástima. Te parece que querer tanto a alguien sea para que me tengan lástima?
Si, ya veo tu cara. Por eso no te cuento nada. Si hace mil años que no te cuento nada es por esto. Me lo como sola. Pero quiero que me diga a la cara que no me quiere más. Sí. Le pedí al papá de Matías que me adelante la plata así me compraba el pasaje. Mucha plata. Mucha plata. Pero quiero verlo y que me diga.
La psicóloga dice que no me ilusione pensando que va a ser una luna de miel. Igual el papá de Matías me hizo entrar en razones. Que espere a que él cobre el aguinaldo y que en Diciembre se puede quedar con Mati, así me voy más días. Que si iba a gastar 5000 pesos en viaje, mejor quedarme más días. Me habló bien. Tiene razón. Entonces no compré el pasaje porque él tampoco tiene plata, se está gastando los ahorros.
Y se mandó alguna cagada. Sí. Se mandó cagadas, yo veo lo que le ponen en el muro. Después me dice a mí. Me viene con que si salí con este o salí con el otro.
Sí, salí. Pero para salir del pozo. Y mirá, estaba con un nudo acá, acá en la garganta, así de grande pensando en él en vez del tipo. No. No me movió nada. Es que yo lo quiero tanto tanto tanto. Sí. Es tan profundo lo que siento. Por eso no lo entienden ni vos ni mi hermana. Yo sé que está mal. Por eso tampoco puedo hablarle mal. No. No. Él tiene que decidir. Sí. Pero a la cara, no por carta. No, eso no. Porque yo no puedo quedarme con la duda, entendés?
No contestarle? Qué? Por qué? Vos dejarías de contestarle a Andrés si se fuera a trabajar lejos y estuviera mal? Sí. Sí, ya veo tu cara. Claro. Que me dejó. Por carta. Desapareció. Sí, pero no ves que tiene problemas. No sé, será bipolar. Eso. Bipolar.
No, pero me tiene que querer. Si no me quisiera por qué está preguntándome estas cosas? Por qué le agarran los ataques de celos?
No, no quiero conocer a otra persona. Para qué? Si nosotros no estamos tan mal. Él está allá, pero ya se le va a pasar el raye y va a volver. Sí, va a volver. Siempre vuelve. Escuchame. La tercera es la vencida, sí, es la vencida. Vas a ver que vuelve y vamos a estar bien. Le tiene que servir esto para que se de cuenta que no puede estar sin mí. Que me quiere. Sí. Le va a caer la ficha, y va a volver, ya vas a ver.
Y sabés, cuando me dice que me quiere, que soy hermosa. Yo no me lo creo. Me veo y no lo creo. Pero si me lo dice él, sí. A él le creo que soy linda. Que mis ojos, que mi boca. A él le creo. Yo no lo puedo ver. Será como las anoréxicas que se ven gordas. Sí, será como eso.
Sí. Ya veo tu cara. No me tengas lástima. Vas a ver. Vuelve. O voy para allá. Cara a cara va a caerle la ficha. Sí, ya le va a caer la ficha...



EvaLilith
2012

Pd.: Siempre tenemos el NO.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Eva y la Serpiente


Adán buscaba en sus dominios una razón para sentirse dueño de todo. Eva se aburría bajo el manzano, hasta que llegó la serpiente.
La serpiente, al contrario que su hombre, le hablaba. Enredándose en sus piernas, jugando con su piel escamosa pero sorprendentemente suave y seca, le hablaba de poder, de luchas, de conocimiento, de crecimiento. Le hablaba de una historia, de la vida, de la muerte. Le contaba un cuento de dioses que peleaban entre sí por el dominio de lo material, que hacían y deshacían a su antojo y por lo tanto, eran simples demiurgos vanidosos. 
Eva escuchaba a la serpiente y sabía que más allá de sus juegos de adulación, algo de verdad se escondía en esa lengua bífida. Que más allá del deseo que ella sabía que el otro ser escondía, no había mentira en su discurso. 
El árbol estaba ahí. Pero la fruta no era esa masa carnosa y fragante. No. El árbol estaba ahí, y bajo el árbol estaba Eva con la Serpiente. La Serpiente tejía su fruto de palabras, Eva aprendía y aprendía a desearla a su vez. 
Adán volvió de su viaje. La encontró bajo el árbol. Eva le habló. Le habló con las palabras confundidas, por el esfuerzo de intentar manifestar una idea por vez primera. Le habló con todo el amor que le tenía. Se mareó con sus propias palabras, y cuando Él comprendió, agachó su cabeza sintiéndose culpable.
No era JHVH al que había traicionado, sino a sí misma. Y a la Serpiente, que nunca más volvió a escurrirse entre sus muslos.


EvaLilith
2012

La foto pertenece a Flor Garduño http://www.florgarduno.com/



Extender la mano, dejar que el agua se escurra entre los dedos. Dejar que se escurran los besos, las palabras, el tiempo, todo gota a gota. Abrir bien los dedos, sentir en su interior las miles de cosquillas, las temperaturas varias, presentir las intenciones. 
Extender la mano hacia la nada, cerrar los ojos y seguir, nomás, escurriéndose por el caño, desangrando gota a gota los espejismos.
Desteñir la realidad. No hay príncipes azules, ni sapos. Menos que menos, sapos que se conviertan en príncipes. Chau héroes, chau heroínas. 
Descubrir que los colores desgastados, lejos de ser aburridos, dañan menos los ojos y ofrecen sutilezas encantadoras. Tonos, reflejos, esfumados que en la saturación de los sentidos pasan inadvertidos.
Extender la mano y encontrar un otro. Un otro que también tiende la suya, que también juega a escurrirse. 
Juegos de manos entrelazadas que salpican colores sobre paredes silentes. Cuelan los dedos rojo, negro, blanco. Quizás un naranja, a veces un verde.


EvaLilith
2012 

Frienzone


Debo admitir que he estado allí muchas más veces de las que me gustaría asumir. Es inevitable, o al menos, tiene su dificultad a la hora de lidiar con eso: cuando tenés amigos muy cercanos, heterosexuales y hombres, en algún punto se te cruza partirles la boca de un beso y sacarte la bronca de todo en su cama. 
Ahora bien, si quedamos amigos y nada más que amigos, por algo es. 

El Sr. K. (no, no era oficialista, por lo menos, no cuando lo conocí) me conoció en la que fue, probablemente, la época más arisca de mi vida. Un bebé chico, la decepción, laburo, facu. Insomnios tan largos que es imposible describirlos. 
Yo me colgaba jugando en yahoo, en juegos con chats como para no sentirme tan sola. Pero era eso, y eso nada más. La necesidad de una comunidad, comunión o simplemente, un otro que me confirmara que había algo más en mi vida que esa sucesión de responsabilidades. 
En el chat estaban discutiendo estupideces. Trolls, por todos lados. Así que, harta de tanta huevada, hice lo que suelo hacer en la vida real y me puse a cantar. Una de Serrat, Cada loco con su tema. El Sr. K. empezó a cantarla conmigo y al rato estábamos chateando. 
Chateamos mucho. 
Intercambiamos mails. 
Estudiaba sociología, tenía poco más de mi edad. 
Colorado, pelado, flaco, desgarbado y adorable. 

Pero yo no estaba para querer a nadie. Simplemente no podía. 

Me dí cuenta de eso la primera vez que nos vimos en persona, en el centro, previo a meternos en un cine. No había forma de conmoverme, realmente estaba petrificada. Ni siquiera su capacidad de conmoverse ante historias ajenas, ni siquiera la firmeza con la que siguió insistiendo en darme algunos ratos de diversión y contacto humano fuera de mi casa. 

Ni siquiera lo dejé que me besara. Corrí la cara tantas veces que hoy no puedo hacer otra cosa que admirar su valentía. 

Me acuerdo una navidad, con el Mago sufriendo una espantosa varicela y el Sr. K. viniendo hasta casa a traerme una pastafrola y charlar, ya que yo no podía salir... con toda mi familia a pleno dando vueltas por la casa. 

Si, valentía, a todas luces. O tozudes, no me queda claro...

Ojo, yo he faltado al trabajo actuando una muy convincente gastroenteritis como para tener el certificado, por ir a su cumpleaños, estando él en pareja. También le puse los ojos y el hombro ante muchos quiebres que pasó. 


Perdimos contacto suavemente. Años después, lo busco en face, lo agrego. De socialista que era, estaba super oficialista... y bueno, qué se le va a hacer. Me acuerdo que lo saludé para su cumpleaños y tuve que lidiar después con la novia que no entendía que mi avatar con las piernas de Bettie Page no tenían nada pero nada que ver con él. Sé que fue padre y que se casó con la maniática de los celos. Supongo que será feliz, o quiero creer que así es. 


EvaLilith
2012

Otro insomnio


El perro daba vueltas por la casa, claramente inquieto. Habitualmente hubiera bastado un pedazo de pan, una galleta, para que se quede mascando en el rincón sin joder demasiado. Sus idas y venidas acabaron por inquietarme a mí. Del casi dormida pasé al despierta del todo. Con los oídos atentos a la oscuridad. 
El perro respiraba, resoplante. Belfos caídos, eso le pasa a estos animales de raza, animales finos modificados para sufrir por ser considerados bonitos. Bonitos, bah.  
El perro daba vueltas por la casa, sacudía su collar metálico y se relamía en la oscuridad. Lo escuchaba. Pero no podía ver nada. Ahí fue cuando noté que tampoco podía moverme. O gritar. 
Genial, una parálisis de sueño, pensé. Adoro ser tan razonable. Excepto que en la oscuridad algo se movía y el perro se relamía mirándolo fijo con sus ojos brillosos y el hilo de baba que también brillaba.
Traté de enfocar mejor la vista en el momento en que comencé a percibir el olor . No era un hedor del todo desagradable, pero había algo de tierra húmeda, musgo y pantano, sumamente perturbador. Lo que sea que fuera, se movía sutilmente, casi como si flotara por el cuarto. El perro se relamía. Mirándome a mí. 

EvaLilith
2012

jueves, 13 de septiembre de 2012

Scherezada

Siempre me gustó el personaje de Scherezada. La terca, diplomática, inteligente, bella, seductora, manipuladora, cabronaza y sensual mujer que salvó a sus congéneres de las ansias de sangre del Sultán herido, se hizo con un reino y curó la melancolía de su consorte.
Es un buen ejemplo de cómo la sombra de una puede ser útil, esa parte tan escondida de las miradas ajenas, tan mala palabra. Usar el sexo y la astucia para conseguir un fin determinado. Crear una relación como se crea una obra de arte, como se templan los metales.
¿Y el amor?
Es una buena pregunta.
¿Y el riesgo permanente de dormir siempre con la venganza al lado?
Es otra buena pregunta.

Estuve pensando bastante en estos temas entre anoche y hoy. No soy la persona adecuada para hablar en contra de la venganza. Soy vengativa, mucho. Terriblemente rencorosa. Sin embargo, una vez muerta la Sultana, luego de su traición... cuál es la necesidad de expandir el rencor al resto de las mujeres? Si, después de todo, la venganza se consumó. Traición por sangre. La Sultana pagó con intereses, el Sultán debería haberse conformado con esto.
Una buena venganza calma la sed. Muchas veces, ni siquiera necesita ser consumada. El sólo hecho de planearla, de darte cuenta hasta dónde podrías llegar para que otra persona te pague el dolor que te causó, lleva a ver hasta que punto cada quien es responsable de la prolongación de sus dolores.

La primera vez que el metalero me trató de puta y me hizo una escena de celos retrospectivos, completamente fuera de lugar, el dolor me lo causó él, directamente. Pero todas las demás, el dolor me lo causé yo por haber transigido, cuando con el simple hecho de mandar al carajo al tipo y no verlo más, me ahorraba todas las desubicaciones.

Lo mismo todas las veces que ignoré los indicadores y no me atreví a decir "quiero esto, ofrezco aquéllo, vos qué tenés para darme?"

Siempre, inevitablemente, me quise vengar. Quise causar un dolor igual o mayor al que yo sentí. Algunas veces llegué a eso. Otras, simplemente, devolví el dolor con una crueldad infinita. Por algo tengo facilidad para conocer a las personas, saber lo que las alivia y las llagas que esconden. Entonces, consideré que estábamos a mano y punto. Por mi forma de pensar, no se me ocurrió generalizar. Cada quien con su neurosis, cada quien con su forma de acercarse al otro, con sus prejuicios. Cada quien con su sombra, yo con la mía, y espero haber aprendido la lección. Creo que sí, al menos, distingo entre las personas que me atraen y las personas con las que quiero relacionarme. No puedo evitar la atracción, pero sí puedo evitar los vínculos.

Lamentablemente, volviendo a mi querida Scherezada, cometí muchas veces el error de tomar ese rol. Es una tentación muy grande, casi una muestra de poder, un desafío. Mi Scherezada transhumante no se queda con los Sultanes heridos. Todavía no es lo suficientemente cínica como para manipularlos y hacerse querer.

EvaLilith
2012

domingo, 9 de septiembre de 2012

Intersecciones


Llego temprano a todos lados. Menos a mi vida, pero esa es otra cosa.
Llegar temprano implica esperar sola.
O esperar con la chance de conocer a alguien, si se ve desde otro punto de vista. 
Hoy, cansada, y sabiendo que tenía media hora de espera, me senté al sol en un portal, cerca de unos chicos que estaban practicando artes circenses, malabares, piruetas en monociclo, y el bello arte de asar pollo a la parrilla. Conocían a todos los chicos del barrio, se saludaban y prometían verse más tarde, en la función. 
Me hice un ovillo al sol, pensando. Mucho. Poco. Nada.
Un flaco alto, con pelo castaño claro y arrugas finas en los párpados se acercó a preguntarme si estaba bien, si necesitaba algo. Sonreí. "No, flaco, es que tengo la mala costumbre de llegar temprano". El tipo se rió, subió a una moto y se fue. 
Ya al borde del aburrimiento y sabiendo que faltaban unos 15 minutos para que llegue mi amigo, saqué mi mazo de tarot. El de Royo. Hay una pregunta que me está dando vueltas hace rato pero nunca llego a concretarla. Esta vez no fue la excepción. Mientras mezclaba, la moto volvió con el flaco alto y ni bien se bajó me preguntó si podía leer su suerte. 
Claro que sí. Sentate.
Barajé, le dí a cortar, saqué tres cartas y me puse a hablar. 
Después él contó su historia, corroborando lo que salía en las cartas... En agradecimiento, me invitó a almorzar con el circo y a tomar unas cervezas. No podía aceptar, pero el sólo hecho del encuentro y la generosidad me sirvió para que la melancolía no me ganara de antemano. En ese momento me dí cuenta que no tenía ni una tarjeta personal para darle. Se fue a tomar algo con los amigos, anoté mi número en un papel y nunca pude dárselo. No me lo crucé más, el par de veces que pasé por el frente del galpón cultural.

EvaLilith
2012

viernes, 7 de septiembre de 2012




Hay muchos tipos de frío. Algunos se resuelven con una manta, un sweater. Otros requieren ponerse en acción, mover el cuerpo y el alma. Otros necesitan, simplemente, un abrazo.
Algunas madrugadas se me juntan todos, quedo tiritando en la cama, dando vueltas enredada en las sábanas. En verano, también. Duermo con 3 mantas gruesas y a veces, hasta necesito ponerme pijama.

Al día siguiente todo sigue su curso, los miembros adormecidos se desentumecen. Una emerge del sueño volviéndose a parir una y otra vez. Algo de bebé desamparado queda, sin embargo, mientras la mujer que soy reclama que se deje de llorisquear y crezca de una vez.

Entonces, empiezo a hacer miles de cosas, sin terminar nada. Hago malabares con lo que mantiene mi vida en un equilibrio precario. Acciones que cansan y dan un poco de calor, pero no llegan a nada. Elijo mal a propósito, para quedarme en el mismo lugar, paralizada por un frío al que no puedo llegar a darle aliento, aún. Me enojo conmigo misma, me enfurezco y es peor.

Mi vocación de sonreir queda encerrada en la cocina, esperando y confiando en que el nigredo alquímico también tiene su fin si una hace lo que tiene que hacer.




lunes, 3 de septiembre de 2012

De anillos y otras yerbas


En algún momento de mi vida, mi dedo anular portó una alianza. No era el típico anillo liso con la inscripción interna. Era una bellísima obra de orfebrería en plata, una rosa con volumen, hojas y espinas incluidas. 
Él tenía otra igual. Sólo había dos anillos así en el mundo (hasta que Avon sacó unos años después un modelo muy parecido, oh, la ironía del consumo masivo). 
Lo curioso no era el hecho simbólico de las alianzas. Después de todo, es un simbolismo común en nuestra sociedad. Lo curioso era que la alianza debía ser devuelta cuando se acabara el amor. O cuando las espinas pincharan demasiado, como fue el caso. 

Por otro lado, cuando el mismo que me dio ese anillo estaba soltero, usaba otra joya. Una serpiente. Indicaba astucia y engaño... si conocías el código. De otra forma, pasaba como un adorno más. 

Esto viene a cuenta de los símbolos que usamos día a día, consciente o inconscientemente, para señalar o recordarnos cosas. El peso del anillo que llevo ahora en mi dedo no es mucho, pero es lo suficiente como para que mi mente tenga presente, al notarlo, lo que para mí significa. Esta mano esquelética que se aferra a mi dedo es simplemente el recordatorio del tiempo que se va, de que "ella baila siempre detrás". Es ese recordatorio que me dice que más que pensar, debo hacer. En mi caso, es necesario. 

Podríamos decir que las cosas que una tiene suficientemente incorporadas, pueden llegar a prescindir de lo simbólico. Pero no estoy tan segura de ello. De algún modo lo relaciono con los perfumes que el cerebro ignora luego de un tiempo de percibirlos, para no sobrecargarse. Hay cosas que no quiero ignorar. Ese era el significado inicial de muchas marcas en el cuerpo. Los tatuajes eran un recordatorio de que se había llegado a la edad adulta, que se era un guerrero, que se tenía el status de mujer casada, que se había sido madre, etc. No sólo eran el recordatorio permanente sino también el sello distintivo. 
Casi todas las personas que conozco que tienen tatuajes realizados, los usan con la misma función, aunque el significado deja de ser grupal, para ser personalísimo. 

Quizás con un par de horas más de sueño pueda terminar la perorata, pero de momento quería simplemente plantear esto. Recordatorios, símbolos, fetiches que usamos en el día a día para tener presente algo. Que pueden ser tan destructivos como creativos.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Pactos.

Del bolsillo interno de su gabán extrajo una pequeña libreta de notas, como las que usaba el almacenero cuando era chiquita, mamá me mandaba a comprar leche y me faltaba alguna moneda. Me pareció extraño lo anacrónico del elemento, porque toda su vestimenta era moderna y bien cuidada. Hubiera esperado un teléfono modernoso o algo así. Buscó entre sus hojas y encontró mi nombre. La letra era cuidada, angulosa, perfectamente ilegible.


Hizo un gesto casi imperceptible de negación, y volvió a mirarme. Su expresión se tornó adusta. Sentí un frío inmenso al ver que tachaba lo escrito. Clavó su mirada casi anciana (imposible definir el color de sus pupilas) en la mía.
"Sabés que no es eso lo que querés. No voy a desperdiciar mis dones. A partir de este momento, te libero del contrato. Vas a mantener tus prerrogativas por los servicios ofrecidos, pero no cuentes con que te ampare"


De modo que, cuando dio media vuelta y se fue, me encontré con que aún podía leer a la gente como si estuvieran llenos de cartelitos e instrucciones. Los pensamientos y emociones ajenos eran tan claros como fascinantes. No así los míos. Esa era parte del trato.


Entré en pánico, luego de esta breve conversación y de su partida irrevocable. Ahora qué debía hacer con todo aquéllo? Quién me pondría el límite? Sabría hasta qué punto forzar las cosas? Y si alguien salía muy lastimado? Qué pasaría si me convertía en un monstruo, ebria de poder y desviándome de lo que quería?

No era tan difícil lo que les había pedido, después de todo. Pero junto con la facilidad para ver las tramas venía el desencanto y la claridad respecto a los juegos de poder. Sabía que ni aún queriéndolo podría volverme a enamorar. Compañeros, compinches, amantes, polvos, etc. sí. Enamorarme ingenuamente? No. 

De alguna forma una parte de mí se aferró a la esperanza de poder saltear toda basura de cortejo e ir al grano. Amor. Pero sabía muy bien que era una esperanza vana, una esperanza tonta. Porque todo, hasta el amor, tiene un inicio entre dos o más... 

Miré mi teléfono. Se me estaba haciendo tarde para la cita. Me sentí tentada a cancelarla, ya que había arreglado después de juntar y pagar el precio por lo que al final no podría jamás tener.