martes, 8 de febrero de 2011

Un café


La mesa en medio, las tazas correctamente apoyadas. Ahí estás, prendiéndote un cigarrillo tras otro, charlando mientras el café se enfría. No puedo evitar mirar tu boca cuando la acercás a la taza, mis ojos vuelan entre ella y tus manos. Es menos de medio metro la distancia que nos separa. Y sin embargo, parece tanto. Esquivamos nuestras rodillas debajo de la mesa... los pies a veces se cruzan y rozan tímidos, y huyen espantados del contacto. Fue justo ahí cuando apoyaste la taza y me dedicaste una sonrisa completamente abierta... y no lo pude evitar, no pude... levantarme, tomar con una mano tu cara y darte un beso rápido fue un solo movimiento. Derramé mi café, lo sé... una taza rodó al piso... pero creo que no importa al final de cuentas...

Me apresuré. Lo arruiné todo. Una vez más. No esperabas mi beso, no esperabas mi prisa, no esperabas la necesidad que tenía de vos. Corriste la cara y ahí la mesa fue simplemente el reflejo del desastre. Que te había malinterpretado. Que no era lo que esperabas de mí. Completamente avergonzada dejé el pago de mi parte en la mesa y me fui lo más rápido que pude. Las lágrimas me quemaban por la cara todavía más de lo que el café me había quemado los labios. Me odié profundamente por haberme puesto en evidencia. Te odié profundamente por haberme rechazado... no contaba con eso, nunca calculo tan mal mis pasos como para encontrarme con una negativa tan fría. Volví a mi casa, me preparé otro café. Y sonó el timbre.

Llegaste justo... te lo preparo con canela y cardamomo, a lo árabe?

jueves, 3 de febrero de 2011

En el reino de lo posible

Podríamos haber sido geniales juntos. Podríamos haber tenido exactamente lo que el otro necesitaba. Podrías haberte refugiado en mí, podrías haber tenido esa cachetada de realidad de vez en cuando conmigo. Podrías haber tenido todo el placer que un ser humano sea capaz de sentir. Podría haber tenido la gracia de tus gracias. Podría haber tenido un refugio en el que echarme, ahí, abajo, a tus pies, para sentirme pequeña y segura. Podría haber sido tu ama. Podría haber sido tu esclava. Podríamos haber sido tanto. Posibilidades infinitas se abrían, abismales, cada vez que cruzábamos unas palabras. O unas miradas. Cada vez que nos malentendimos. Cada vez que nos comprendimos sin condiciones. Sólo hacía falta dar el primer paso, y el mecanismo hubiera sido puesto en marcha, inexorablemente. Y hubiera sido gigante en nuestras vidas. Lo sé. Te conozco. Me conozco. Podríamos haber sido TANTO. Ahí quedó la línea que no quisiste pasar. Ahí quedó tu fantasma femíneo, ahí quedó, por tu incapacidad de decir NO. O mejor dicho, por no animarte a decir sí. Y como yo sentía que podría haber habido un nosotros que quedara grabado como parte de nuestra propia mitología, esperé.

Y esperé.

Y esperé.

Y te empujé, pataleé, insulté, provoqué, tenté, rechacé, me metí de lleno en tu juego.

Y esperé.

Y te borré de mi vida.

Y te creí.

Y te volví a sumar.

Y todo para que sólo quede en el reino de lo posible... pero nunca en la realidad.

Tenés un beso esperándote. Quizás, tengas mi vida entera esperándote. Pero sólo si esta vez te animás a ganártelo.

Eva Lilith

2011