domingo, 3 de octubre de 2010

Una mirada

A veces cosas muy sencillas alcanzan para que todo tome otra perspectiva. Hoy por la mañana, luego de dejar a mi nene con el padre, decidí que era un buen día para caminar un poco. Me dirigí por el boulevard hacia el parque grande cerca de casa, y luego decidí también que era un buen día para comprar panes integrales y ... tomarme un te Chai en Starbucks. Cuando me entregaron el pedido, un hombre jóven estaba haciendo el suyo. Morocho, ojos azules, lindo. Pasé por su lado y me dispuse a sentarme en uno de los sillones externos. Pero había demasiado viento y tuve que cambiar de opinión. Cuando volví me lo crucé de frente y no sé qué carita le habré puesto, pero me regaló una enorme sonrisa. Y se fue a sentar justo a ese sillón que yo había rechazado. Quedamos a veinte metros, vidrio de por medio, cruzando miradas de vez en cuándo. Una tiene su instinto cazador, así que en el medio pensé varias posibilidades de aproximación. Finalmente, de acuerdo con mi política reciente, decidí que si tenía que ser, él avanzaría cuando yo pasara por su lado, al salir.Obviamente, eso no pasó. Aunque quizás si lo hubiera mirando, quizás si hubiera pasado más lento por su lado. Nunca lo sabré. Quizás fueron las alpargatas o la ropa sencilla, la falta de maquillaje que contuvo mi actitud de cazadora. Jamás me enteraré. Una oportunidad se fué, o mejor dicho, la sombra de una oportunidad pasó volando. Pero me quedó una mirada y una sonrisa, y por la mañana... ya es suficiente!